¡HIJOS DEL MAÍZ!
Sin poder jamás encontrar en que mítico lugar se encuentra la identidad
mexicana ,en qué consisten estas dos palabras que suenan tan bonitas , o
qué demonios es México , no podemos negar que hay un algo raro, un ente
que de repente hace que las muchas ramas de ese ahuehuete identitario se
muevan a un ritmo con el viento y vuelvan a ser un conjunto aunque sea
por un instante y que aunque cada rama partiendo de un mismo tronco y
expandiéndose por caminos distintos en algún punto de la vida reconozca
en la otra hoja un igual.
Ese ente tal vez podemos ubicarlo no en los pensamientos estratégicamente
construidos, sino en la cotidianidad, en lo que vivimos día a día cuando
vamos por las verduras, en la fila de los elotes, o en el transporte público,
ese entendimiento que nos hace comprender la conversación ajena que nos
es imposible no escuchar y de la cual frecuentemente nos burlamos en
nuestros adentros y digamos ¡ese vato! Con la cara de aprobación como de
quien entiende el chiste , porque a fin de cuentas sí hay un algo que permite
ese vínculo; es nuestra peculiar manera de hablar y relacionarnos como que
el entender algo aquí y en china realmente se limita a México, porque yo
en verdad dudo que en china entiendan una frase como no le busques ruido
al chicharon , o a lo que te truje chencha, es por ello que nos gustaría
cerrar este número deleitándote lector con este catálogo de cotidianidades
producto de las verdaderas entrañas de lo que es México : SU GENTE ,
para que al final puedas decir simón y sentirte uno más de los que
conforman Los hijos del mais:
Pásatela chiquitiguau.
Creí que me iba a gomitar.
Vamos a ver la póquila.
Está haciendo fresco.
Está juerte el aigre.
Asegún como me lo dices.
Nomás hacen lo que se les da su rechinar de muelas.
Burrari: los mejores burritos de Salamanca.
No me vaiga a hacer daño.
Dijistes que no había dinero.
Yo lo vide.
Si ya sábanas, pa´qué cobijas.