unos segundos para darnos cuenta de que a pesar de los paisajes , los personajes , el habla o incluso las costumbres que estuvieron vigentes en algún momento y espacio , sería absurdo pensar que México se reduce a un charro , un norteño y un veracruzano ; lo es , ¡ claro ! pero no en su totalidad , porque en la vida real no pasa como en Ustedes los ricos , donde las historias terminan bien . Creo que más bien habría que ver entre líneas para saber que aquello que no forma parte de la preocupación primera del cineasta en la época dorada es donde vale la pena poner el ojo , y esto como dato curioso , no como para colocarle un verdadero pedestal , que nos dirija al falso de pensar que el “ México bonito ” se quedó con Dolores del Rio y Marga López .
Porque por alguna razón optamos por la puerta falsa y por ocupar los vacíos de la realidad con las bellas mentiras de las ficciones , fragmentos de lo que un día fue o pudo ser , y nos quedamos como enajenados con ese pasado cinematográfico , que si bien es muy deleitable , no tiene por qué salir de la pantalla ; porque aunque en México un día fue primordial ser “ ojo alegre y machista ”, hoy no debe de serlo más ; porque los ídolos no necesitan quedarse en el recuerdo de un relato que fomenta el olvido . Pensamos en México como aquellos bellos encuadres que nos facilita la pantalla y caemos en el absurdo de creer que todo tiempo pasado fue mejor , cuando en teoría el tiempo no es otra cosa sino tiempo , que pronto pasa y deja de ser , que fluye y no vuelve . Porque tener la melancolía de lo que la época dorada nos legó no nos permite ver que el oro no se ha ido de México , pero por vivir entre ficciones no nos ha sido posible verlo ; porque no bajamos jamás la vista para contemplar a la señora que vende juguetitos de madera a media acera , no prestamos atención al niño que se esfuerza porque quiere ser de grande un buen profesionista , el joven que desea inclusión social y abre espacios de diálogo , no vemos la cara de cansancio