KALEIDOSCOPIO KALEIDOSCOPIO 1 | Page 60

del hombre que sale de la mina, y nos parece poco relevante quien difunde lo originario y se esfuerza por salvar las raíces; ignoramos que hay mexicanos en la NASA , y niños ganando concursos de conocimientos en varias materias, no notamos la cara entusiasmada del pequeño que recibe una moneda a cambio de un chicle, como si allí estuviera su futuro; porque si no es futbol no lo vemos, y las “novelas” siguen siendo más atractivas que escuchar o ver a un artista independiente, porque da contento cantar narcocorridos cuando debería angustiarme que la realidad sea así, y no me percato de que hay alguien que está haciendo mucho más que yo y nadie le ha prestado atención y desperdiciamos el potencial que tenemos, no como mexicanos, sino como seres humanos que pueden hacer algo, por muy mínimo que sea, por su entorno y hay quien prefiere vivir vidas que no son suyas enajenándose con lo que los medios pueden ofrecer. Hemos apostado por las ficciones y hemos desatendido la realidad, y no es que yo dude en la belleza de ese cine o que sienta que de alguna forma no nos une a todos en tanto que nos resulta agradable pensar que quizás así vivían mis abuelos, que así era la Ciudad de México, y que, en efecto, tal vez pueda gustarme “echar gallo” y aventarme un huapango de vez en cuando, ¿pero por qué construir ídolos con realidades que nunca fueron, y meter a toda la nación en un lugar donde no es posible que entre por completo? Porque el relato, el verdadero relato, no se da adentro, sino afuera del cine. Yo ciertamente no sé, ni pretendo explicar, qué tendrá el arte que lo hace tan poderoso, pues la praxis nos ha enseñado que de una manera indecible y curiosamente extraña que la literatura, la pintura, el teatro, el cine poseen la cualidad de enfrascar al ser humano, de deleitarle al grado de recluirle en su limbo de mentiras, de donde es difícil o incluso preferible no salir. Porque a quién no le gustaría pensar que el día termina con canciones y un