La fragmentariedad, la pluralidad nos rige desde antaño y, si México hoy es,
se debe gracias a la construcción que ha tenido. México, así como el mexicano
es diversidad, una masa heterogénea plagada de matices, México es cada uno
de los que nos llamamos y sentimos mexicanos e incluso de los que no nos
sentimos, es un juego de afirmación y negación, de construcción y
destrucción, es un conjunto de manifestaciones, un camino que se ramifica y
desemboca en un infinito indescifrable.
Por qué habríamos de definir la identidad mexicana y limitarla, cuando
podemos mostrarla y expandir sus horizontes. No caigamos en una
indiferencia que conduzca a la ignorancia ni en un extremo racionalismo que
concluya en absurdo.
Sé bienvenido, lector, a este Kaleidoscopio, y contempla los fragmentos que
conforman lo que hoy llamamos México.