KALEIDOSCOPIO KALEIDOSCOPIO 1 | Page 40

—Te voy a contar una historia en una voz muy alta para que todos escuchen y conozcan cada aspecto de mi vida, porque nadie me lo pidió. —Yo te escucharé o fingiré hacerlo. [ , ] He vis-to grupos de niños, per-so-nitas con menos de di-ez años de-edad, ju-gan- do en medio de la calle, entre rui-dos de co-ches y bu-llicio cotidiano, los he oído proferir las más vulgares y soeces expresiones, equiparables a stoners callejeros-va-ga-bu-n-do-s; tam-bién en-con-tré, con el o-í-do, pasado y presente, local y extranjero conviviendo en los puestos de comida ti-pi-ca. He-es-cu-cha-do sonatas en la cocina, de voces femeninas acompañadas por sartenes en lugar de pianos, de violines; he oído a pésimas voces cantar rancheras, pero siempre con el corazón, siempre sonriendo al lado de sus amigos que parecen de toda la vida; en el autobús muchas veces no escucho al que intenta, con una guitarra rota y desafinada, ganarse la vida. Túes-cu-chas la marca del lugar de origen en el a-c É n-to, acaso como vergonzoso o como motivo de orgullo, yo escucho el juego musical, la permanencia de la lengua madre al adoptar una nueva, la permanencia de la cultura en forma de sonido: las cajas de ruido que se conectan con el tiempo a través de las cámaras de eco.