continentales son menospreciadas y en la literatura ocurre eso; el indio, es el
INDIO
con toda la carta peyorativa y es un personaje antropológico, y en todo
caso una auténtica novela originaria tendría que ser escrita por un originario».
Reforzando este argumento, Rolando Álvarez, Doctor en Humanidades con
concentración en Teoría Literaria por la UAM, comenta: «aunque lo
prehispánico toma mucha fuerza a partir de la corriente “vasconcelista”, el
abordaje de esta cultura precedente se hace desde
una reconstrucción artificiosa y simbólica que no
obedece a la realidad, pues lo prehispánico, tal cual,
en literatura no se da; por ejemplo en Carlos Fuentes
lo prehispánico se presenta como una mexicanidad
degradada, inexistente, vulnerable, llegando a ser risible y hasta grotesca».
En las letras mexicanas
«Sí ha habido procesos de
entrampamiento
en donde
por ese afán imitativo las
literaturas americanas se han
estancado
pero
cuando
volteamos a ver nuestros
propios procesos, nuestros
propios valores, y cuando
entendemos que todo lo que
nos construye es igualmente
valido; se han logrado estas
obras. Rulfo es eso, un
entendimiento
que puede
crear una novela mexicana
con los elementos que está
adquiriendo también desde la
exterioridad»
(Rolando Álvarez)
A través de la literatura del siglo
referencia
de
los
textos
XIX ,
viendo la
hispanoamericanos,
podemos observar el sello de identidad más la
construcción identitaria y política, lo cual se va
dando con el contexto natural, o sea el paisaje;
luego, la construcción de personajes respecto a éste
y el contexto humano: es aquí donde entra una
visión que mitifica y otra de “exotismo”. Se habla
de esta identidad que es convicción del ser, una
construcción de onticidad y representación, no se
da porque es literatura de criollos para los criollos,
pero que no habla de estos. Y entonces, ¿dónde
queda esa convicción del ser? No se sabe, pues sólo
representa una imagen que no está; que es de lo nuevo, lo recién descubierto, y