mangas de su suéter azul resbalan hasta encontrarse con sus muñecas , pero estas prefieren rechazarlas , devolverlas a los codos , dejando así ver el tatuaje de mundos alineados que orgullosa lleva grabado en la parte inferior del brazo , que se devela a sí mismo cada vez que su mano asciende a la cabeza para retomar el ritmo de los rizos enraizados al receptáculo de sus ideas cósmicas : durante su estancia en este ciclo solar , jamás había escuchado acerca de un focus group . “ Qué inquietante ser partícipe de una nueva forma de interactuar con el mundo y sus cohabitantes ”, piensa de seguro ella . El tema ya lo conoce bien , su postura es clara : la etiqueta de la identidad le molesta mucho , le da urticaria . “¿ Cuál identidad mexicana ?”, ella sabe muy bien que esa cosa no existe . “ Yo sólo soy una habitante del cosmos ”, afirma con esa voz que siempre busca hablar por las minorías y los desfavorecidos , no como una cuestión de moda — así como en los “ modernos revolucionarios ” de Starbucks y Apple —, sino porque lo siente como imperativo , porque ella sabe lo que le han hecho al mundo los grandes poderes “ vencedores ” y mantendrá siempre su postura descolonizante , como ella le llama .
El dulce de cajeta se ha terminado , el palillo se mantiene en sus dedos , jugando con él decide hacerlo una varita para apuntar en el momento de hablar . Pareciera ser que la magia ya estaba en ella . Movimientos armónicos al compás de sus palabras hacen brotar la energía que la envuelve para resaltar la viveza de su voz , la materialización de su mundo interior . Su nombre es Yolanda .