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Cuadernos del GESCAL . Año 1 , No 1 , Agosto de 2013 14
encontramos cuando queremos enseñar o investigar sobre historia de América latina es que la mayor parte de los materiales bibliográficos con los que contamos no pertenecen en sentido estricto al campo de la historiografía de América latina , sino a la historiografía nacional . 2 Así , la enorme biblioteca sobre revolución mexicana no fue producida en el marco de la historiografía latinoamericana , sino de una vigorosa tradición nacional de reflexión y estudio sobre el fenómeno más importante de la vida histórica mexicana del siglo XX . Está claro que no sólo los mexicanos se dedican a estudiar la revolución : algunos de los nombres más importantes sobre el particular no nacieron en esa tierra ( John Womack , Friedrich Katz , Alan Knight …), pero el grueso de lo que se ha escrito sobre el particular ha sido partiendo de la idea de que se trataba de un problema histórico y político nacional . De igual manera , cuando uno quiere leer sobre historia del populismo latinoamericano , va a encontrar textos sobre Getulio Vargas , sobre Juan Domingo Perón , sobre el cardenismo , sobre Víctor Raúl Haya de la Torre , sobre Jorge Eliécer Gaitán , pero en casi todos los casos se trata de textos referidos a historia nacional . Insisto : que el peronismo o el gaitanismo devengan parte del tema “ Populismos ” es un ejercicio que es más fácil de hallar fuera de América latina que dentro de ella . Lo que sabemos sobre la minería del cobre en el norte chileno no proviene de la historiografía latinoamericana , sino de historiadores preocupados por la historia de Chile y de su clase trabajadora . Lo que conocemos de la esclavitud en Brasil , en el Caribe o en las estancias coloniales no es producido en general por colegas que investiguen explícita o conscientemente sobre América latina sino sobre casos nacionales o sub-nacionales . ¿ Eso qué quiere decir que para enseñar o investigar sobre cuestiones de América latina hay que descartar a esa bibliografía porque sus pretensiones intelectuales están inevitablemente echadas a perder por su “ egoísmo ” nacional ? ¿ Será que sólo debemos usar a aquella bibliografía que toma por objeto de estudio a todo el continente ? Parece excesivo el precio .
Significa más bien que hay que reconocer la existencia de un inevitable divorcio entre quienes producen textos de historia nacional , teniendo en mente ciertos lectores , ciertos interlocutores y ciertas atmósferas intelectuales , y quienes hacen uso de esa bibliografía para atender a otros problemas y parten de otras preocupaciones . Eso quiere decir que la intención inicial del autor no agota las lecturas y clasificaciones posibles de su obra . Los lectores siempre pueden ir más allá de las intenciones y limitaciones de los historiadores a los que leen . La obra de Jean Meyer ( 1973 / 1974 ) sobre la Cristiada fue producida como parte de la historiografía mexicana dedicada al estudio de la vida política pos-revolucionaria . Sin embargo , los textos de Meyer leídos fuera de México en parte pierden el carácter de historia nacional para convertirse , de manera subrepticia e inopinada , en textos sobre historia de América latina . Con eso , llegamos a la conclusión de que el objeto de estudio no viene determinado por el autor de un texto , sino por sus lectores . Es decir , lo que vuelve a aparecer es la voluntad de quien enseña , aprende e investiga sobre América latina . Esa voluntad es la que des-nacionaliza una producción historiográfica nacida nacional y la re-ubica y re-funcionaliza como parte de la historiografía continental ( lo mismo puede devenir global o sub-nacional ).
Como señaló hace muy poco Gabriela Aguila ( 2012 , 34 ), hacer historia de América latina implica estar todo el tiempo tensionado entre las temáticas que se estudian ( necesariamente acotadas , sea temporal , geográfica o demográficamente ) y una reflexión más general , de orden continental , que escapa a la evidencia empírica disponible . En ese sentido , no hay nada como la experiencia del desplazamiento físico para desprovincializar y a la vez latinoamericanizar la perspectiva sobre el propio terruño . Los años 20 y los años 60 están
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Los libros que se usan en la escuela secundaria hacen muy escasa referencia a los países de América latina , que suelen aparecer como un “ contexto ” regional en el que se encuentra inserto ( esencialmente por razones geográficas ) el caso nacional que es el que verdaderamente interesa y que se debe enseñar . El horizonte explicativo y pedagógico es , preponderantemente , nacional .