JUDÍOS DECLARAN LA GUERRA A ALEMANIA JUDÍOS DECLARAN LA GUERRA CONTRA ALEMANIA | Page 183
El gaseo había comenzado. Höss esperó un rato, para que el gas pudiese
circular bien, y cortésmente invitó a su invitado a echar una nueva mirada por la
mirilla. Himmler miró algo embobado, y obviamente impresionado al interior de
la cámara de la muerte y se dirigió con renovado interés al comandante,
haciéndole una serie de nuevas preguntas.
Lo que había visto pareció haberlo satisfecho y puesto de buen humor. A pesar
de que raras veces fumaba, aceptó un cigarrillo de un oficial y mientras lo
chupaba torpemente, se reía y bromeaba.
Esa atmósfera más relajada por supuesto no significaba perder de vista lo más
importante. Más de una vez se alejó del grupo de oficiales para cerciorarse del
progreso de la acción y cuando todos estaban muertos, se interesó vivamente
por el procedimiento siguiente.
Ascensores especiales transportaban a los cadáveres al crematorio, pero la
cremación no se llevó a cabo inmediatamente. Había que extraer los dientes de
oro. De las cabezas de las mujeres había que cortar el cabello que serviría
como material de empaque para los cabezales de torpedos. Se había tomado
nota previamente de los judíos ricos, cuyos cadáveres ahora eran separados
para su posterior disección.
No podía descartarse que algún pillo entre ellos hubiese escondido joyas - aun
diamantes - en alguna abertura de su cuerpo.
Era sin duda una tarea complicada, pero la nueva maquinaria funcionaba
perfectamente, manejada por obreros diestros.
Himmler esperó hasta que el humo sobre las chimeneas se pusiera espeso y
después echó una mirada a su reloj: era la una de la tarde, ¡Tiempo para
almorzar!‖ 260 .
En un subtítulo, denominado ¿Estuvieron derogadas las leyes de la naturaleza
entre 1941 y 1944? Graf observa la declaración de los tres testigos citados
260
Ibíd. pp. 34 - 37
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