I. ¿Qué es leer?
La palabra leer, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia
Española, significa, además de descifrar un código lingüístico, “entender o interpretar un texto de determinado modo”. Ahora bien, el asunto
de leer no se limita sólo a conocer qué dice un libro; es preciso saber
qué hacer con lo que encontramos en los textos. Nada sirve –como
ha escrito el poeta y ensayista mexicano Gabriel Zaid– la acumulación
de lecturas que no se reflejan en nuestro trato con las personas o en
la forma en que vivimos. ¿Para qué puede servir leer tanto y conocer
miles de autores y obras, si no hemos sabido nutrirnos de la esencia
que tiene la lectura: el dar y compartir?
II. ¿Qué leer?
Ésta es una pregunta que todos los días nos hacemos. Aquí habrá que
apuntar que, como en toda dieta alimenticia, en la dieta que impone la
lectura debemos buscar la variedad y el equilibrio en lo que consumamos. En esta dieta formativa necesitamos destinar un buen porcentaje
a los textos literarios, pues es preciso que, además de periódicos y textos académicos y escolares, dotemos a nuestro espíritu e intelecto de
los nutrientes necesarios para hacer que el sentido lúdico, imaginativo,
presente en la literatura, traspase nuestra vida y nos ayude a mirarla (y
afrontarla) con la audacia que requieren los tiempos actuales.
Si de recomendaciones para niños se trata, debemos
considerar la edad de éstos y sus intereses, de tal suerte que podamos brindarles opciones variadas, acordes a
sus necesidades y expectativas.
Richard Bamberger, citado en el libro Guía para promotores de lectura, ha establecido cuatro etapas con relación
a las características psicológicas de los niños y sus preferencias literarias:
a)
b)
c)
d)
Etapa de libros ilustrados (de 1 a 5 años)
Etapa de los cuentos fantásticos (de 5 a 8 años)
Etapa de cuentos realistas (de 8 a 11 años)
Etapa de historias de aventuras (de 11 a 14 años)
Siguiendo la clasificación anterior, podemos reconocer
qué tipo de libros literarios es posible que tengan más éxito con los niños que se inician en la lectura. De hecho, las
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distintas colecciones literarias dedicadas para los jóvenes y los infantes en editoriales como Alfaguara, El
Fondo de Cultura, Ediciones Castillo, por mencionar
algunas, identifican con colores las series dedicadas a
ciertos públicos, series que, por lo general, responden
en tema y estilo, a las etapas señaladas por Bamberger.
No obstante lo anterior, debemos tener en cuenta que
más allá de la prescripción de ciertos libros, siempre
encontraremos excepciones en cuanto a niños que prefieren leer lo que disfrutan los jóvenes, y viceversa.
Los niños que se decidan a transitar el camino de la
lectura habitual ya descubrirán que frecuentemente la
ruta del lector es zigzagueante y compleja: en ocasiones son las recomendaciones lo que orienta su gusto
y la selección de lecturas, y otras, es el mero azar, la
aparición inesperada de un buen texto en alguna feria
del libro, en una librería, en la biblioteca del abuelo, en
el bazar de libros usados...
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