Jesús O El Srecreto Mortal de los Templarios | Page 229

tanto , no era el del Bautista .
Y entonces da las órdenes necesarias para que se haga abrir la tumba , quemar los restos y lanzar sus cenizas al viento . De modo que , si había restos , antes cadáver , y ahora esqueleto , es que no se había producido ninguna resurrección carnal . Al hacer esto . Juliano firmó su sentencia de muerte . No tardó ésta en sorprenderle , precedida por todas las amenazas alusivas a ella , y que hemos citado antes .
Evidentemente , los cristianos pretenderían entonces que lo que Juliano mandó profanar fueron los restos del Bautista . Desafortunadamente , existe un testimonio de aquella época , que pronto vamos a abordar . Por el momento daremos las razones de la inhumación en Samaría .
Cuando los mesianistas hubieron recuperado el cadáver de Jesús , previamente envuelto en mirra y áloes antiputrefactantes por José de Arimatea , se lo llevaron en secreto . El motivo de esa elección es sencillo . Desde el año 325 antes de nuestra era , la ruptura entre el reino de luda y el reino de Samaría era definitiva . No había peligro de que los fariseos enviaran allí a recuperar el cuerpo ni a efectuar investigación alguna . Y , dadas las relaciones que Jesús había mantenido con las gentes de allí ( cosa absolutamente contraria a la ley judía ), podían contar con numerosas complicidades .
Pero hemos de preguntarnos cómo pudo producirse la sustracción del cadáver de Jesús , hecho que , de poderse probar , aniquilaría todo el dogma de la resurrección , y , con él , todo el cristianismo . De una manera muy sencilla , como vamos a demostrar . La gran astucia de los exegetas que examinan periódicamente en sus obras el « misterio de la resurrección » consiste en descartar de entrada todas las explicaciones llamadas « racionalistas », que , según ellos aseguran , no resisten a un examen . Una vez efectuado ese allanamiento de dificultades ( y es considerable ), examinan punto por punto todos los detalles de la citada resurrección , en su tradición ortodoxa , evidentemente .
A continuación concluyen que las apariciones de Jesús después de su muerte no resultan en modo alguno de las creencias en la aparición de espectros , en las semimaterializaciones de fantasmas , que conocían y en las que creían todos los pueblos de entonces . Demuestran , y con razón , aunque basándose sólo ( y teniendo únicamente en cuenta ) en textos sin valor histórico real , que Jesús « resucitado », comiendo y bebiendo , cambiando de rostro y de aspecto , dotado de un cuerpo al que se podía tocar y palpar , no presentaba ninguno de los caracteres de las citadas apariciones fantasmales . A partir de entonces , la cosa está hecha . Transfieren la discusión a un plano en que la verdad no tiene ya lugar , en que la leyenda es la reina , y será sobre esa leyenda sobre la
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