Por otra parte , antes de tres días podía dudarse de la muerte real ; el episodio de la hija de Jairo ( Mateo , 9 , 18 y 23-25 ), que había muerto « hacía un momento », y a la que Jesús declara viva : « No está muerta , duerme ...», permitiría sostener un argumento idéntico para el caso de la resurrección de Jesús .
El herbario mágico del vudú africano y antillano incluye drogas vegetales que permiten hacer creer en una muerte real , y que no es sino aparente . La víctima es debidamente inhumada en el cementerio del pueblo , y al cabo de veinticuatro horas se va a desenterrarla clandestinamente . La transportan en secreto a un pueblo muy alejado , y el beneficiario de la operación posee así un robot humano , totalmente embrutecido , del que hará uso a su antojo . El Código penal haitiano tiene previstas unas penas extremadamente severas y graves para semejantes prácticas de otros tiempos . Lo mismo existe en Brasil y en Venezuela , y este hecho es indiscutible .
Sin duda por prudencia , al sospechar la posibilidad de una artimaña de este tipo , fue por lo que el legionario romano , siguiendo unas órdenes secretas , asestó un golpe de lanza definitivo a Jesús .
« Vinieron , pues , los soldados y rompieron las piernas al primero , y al otro que estaba crucificado con él . Pero llegando a Jesús , como le vieron ya muerto , no le rompieron las piernas , sino que uno de los soldados le atravesó con su lanza el costado , y al instante salió sangre y agua ...» ( Juan , 19 , 32-34 .)
Observemos , de paso , que el entusiasmo irracional jamás tiene medida . Así , por ejemplo , la leyenda pretende que ese soldado , « que era ciego », recuperara milagrosamente la vista por virtud de esa agua que brotara del costado de Jesús crucificado . Es difícil imaginar que Roma hubiera confiado la vigilancia de los condenados a muerte a soldados , uno de los cuales era ciego .
Otra leyenda bíblica había militado en favor de la permanencia de tres días en el sepulcro . Era la del profeta Jonás , engullido por un gran pez , y que , tras haberse mantenido milagrosamente con vida en el estómago de dicho cachalote , a pesar de los espasmos y del jugo gástrico , había sido devuelto a la playa al cabo de tres días .
Indudablemente , conocemos algunos casos raros de marineros caídos al mar y engullidos por uno de esos gigantescos cachalotes que siguen a los barcos . Un hecho se produjo a comienzos de la segunda mitad del siglo XX . Pero la víctima , un marino inglés , a pesar de que se había arponeado y abierto inmediatamente al animal , estaba muerta cuando se la pudo extraer del estómago . Y la epidermis y la dermis ya no existían , corroídas por los ácidos gástricos del pez . De modo que no cabe en la cabeza la posibilidad de una permanencia de « tres días y tres noches » ( Jonás , 2 , 1 ) de dicho profeta , con o sin milagro . Deja-
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