tendría que delegarlo a otra persona… no recordaba haberle
escrito qué quería que hicieran con lo que quedara de mi cuerpo
sino que más bien mis órdenes hablaban de contraseñas y
pines de cuentas por cerrar, escondrijos de alcancías y diarios
que habrían de quemarse en un asado.
La cuestión es que sospecho que más por acompañarme en
mis temores que por verdadera intención él hizo lo propio. Y yo
acababa de descubrir y recordar que tenía ahí, en mi pila de
cartas, instrucciones precisas para su velorio y entierro.
Quiero que pongas mi cenizas (o lo que puedas juntar de mis
cenizas) en una estructura piramidal de 10 cm de altura. No
importa si se desborda. La pirámide va a ir dentro de un cubo
transparente. Las formas son importantes, ya te explicaré por
qué. Y ese cubo, adentro del cajón, y el cajón, abajo de la tierra.
Nada me daba la seguridad de que mi hermano hubiera podido
comunicar con exactitud instrucciones tan precisas a sus
compañeras. Menos aún que alguna de ellas fuera a ser tan leal
como para seguir el plan punto por punto.
El cubo transparente no era un problema. Hacía poco que había
comprado un aparato que venía en un empaque similar. Sí, era
un poco más largo de uno de los lados, pero tenía poco tiempo
para ser minuciosa. Entonces sustraje útiles escolares y una
cartulina blanca al reverso tenía un esquema del sistema solar,
y al anverso un MBSte de los cajones de mi hermano chico.
Primero tuve la duda de si él se habría confundido pirámide con
tetraedro pero opté por pensar que no, y partí de un cuadrado.
Para adelantar, me puse a masticar la primera media hoja de
mis cartas, y algunas gotitas de saliva iban salpicando mi
proyecto de poliedro. Mi saliva, tan similar a la suya, mezclada
con sus palabras, tenían que ser un sustituto suficiente.
Cuando llevaba dos hojas y media de sustancia masticada me di
cuenta de que estaba haciendo triángulos de 10 cm de altura,
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