Más amé la vida,
más me odié
porque en el silencio que guardan las alas de golondrina,
está el magnetismo que nos condena
a caer como bólidos que atraviesan
la inmensidad del firmamento entero.
Estamos destinados a confundir el paisaje que descubre,
cual óleo sobre harapo,
una carroza que duerme a la vera de la ruta.
Viajero que atraviesas el tiempo,
dormir ya no se usa.
Hay que seguir como riel
la línea blanca que divide nuestra memoria.
Carroza que duerme,
se la comen de costado
y los pedazos que fueron parte hogar, parte historia,
ahora son las prostitutas del mundo,
reinas manoseadas y violadas por su propia estirpe.
Por esto ya no creo en las palabras,
por amar lo que me rodea
y odiar lo que soy.
Como manzana que cuelga de una rama
está destinada a caer cerca del árbol,
así yo estoy destinado a ser solo eso:
Palabras,
tímidos garabatos
que alguien escribió en una fina capa de historia
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