EL INVERSOR INTELIGENTE
si lo hubiese depositado a plazo en un banco, a pesar del incremento del
nivel general de precios.
La prácticamente absoluta inutilidad del oro para proteger frente a
una pérdida del poder de compra del dinero debe arrojar serias dudas frente
a la capacidad del inversor ordinario para protegerse frente a la inflación
colocando su dinero en «cosas»* Hay unas cuantas categorías de objetos
valiosos que han experimentado llamativos incrementos de valor de
mercado a lo largo de los años como los diamantes, los cuadros de
maestros de la pintura, las primeras ediciones de libros, los sellos y
monedas de colección, etcétera. Sin embargo, en muchos si no en la
mayoría, de estos casos, parece haber un elemento de artificialidad o
desequilibrio o incluso irrealidad en los precios ofrecidos. De una u otra
forma, es difícil aceptar que pagar 67.500 dólares por un dólar de plata de
Estados Unidos fechado en 1804 (que ni siquiera fue acuñado en ese año)
es una “operación de inversión”4. Reconocemos que esta cuestión no es una
de nuestras especialidades. Muy pocos de nuestros lectores podrán actuar
con seguridad y facilidad en este terreno.
La propiedad directa de bienes inmuebles ha sido considerada,
tradicionalmente como un sensato programa de inversión a largo plazo, que
aporta una importante protección frente a la inflación. Por desgracia, los
valores de los bienes inmuebles también están sujetos a grandes
fluctuaciones; se pueden cometer graves errores en la ubicación, precio
pagado, etcétera; la actuación de los vendedores puede estar plagada de
ardides y trampas. Por último, la diversificación no resulta viable para el
inversor que cuenta con medios moderados, salvo que se recurra a diversos
tipos de participaciones con otros y con los riesgos especiales que
conllevan las nuevas salidas al mercado, que no son muy diferentes de la
situación que se da en el mercado de valores. Tampoco ésta es nuestra
especialidad. Lo único que podemos decir al inversor es que se asegure de
que realmente es lo que le interesa antes de lanzarse a ello.
*
El filósofo de la inversión Peter L. Bemstein tiene la impresión de que Graham «se equivoca de cabo a
rabo» en sus comentarios sobre los metales preciosos, en especial sobre el oro que (por lo menos en los
años posteriores a la redacción de este capítulo) hizo.gala de una sólida capacidad para superar a la
inflación. El asesor de inversiones Willam .Bernstein está de acuerdo, señalando que la asignación de una
pequeña cantidad de dinero a un fondo de metales preciosos (por ejemplo, un 2% de los activos totales) es
demasiado pequeña para lesionar los resultados globales cuando el oro tiene malos resultados. No
obstante, cuando el oro tiene un buen resultado, su rentabilidad suele ser espectacular, en ocasiones
superior al 100% en un único año, por lo que puede por sí solo, conseguir que una cartera por lo demás
apagada, brille como el sol. No obstante, el inversor inteligente evita la inversión directa en oro, con sus
elevados costes de almacenamiento y seguro; en su lugar, buscará un fondo de inversión bien
diversificado que se especialice en acciones de empresas de metales preciosos y que cobre menos de un
1% en gastos anuales. Limite su participación al 2% del total de su activos financieros (o tal vez al 5% si
tiene más de 65 años de edad)
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