COMENTARIO A LA INTRODUCCIÓN
Sir Isaac Newton fue uno de los hombres más inteligentes que han
vivido, empleando el concepto de inteligencia que más habitualmente
utilizamos. Sin embargo, según los términos de Graham, Newton distaba
mucho de ser un inversor inteligente. Al dejar que el rugido de la
multitud se impusiese a su propio juicio, el mayor científico del mundo
actuó como un tonto.
En pocas palabras, si hasta el momento sus inversiones han
fracasado, no es porque sea usted estúpido. Es porque, al igual que Sir
Isaac Newton, no ha adquirido la disciplina emocional que es
imprescindible para tener éxito en la inversión. En el capítulo 8 Graham
explica de qué manera se puede mejorar la inteligencia utilizando y
controlando las emociones y negándose a rebajarse hasta el nivel de
irracionalidad del mercado. En ese capítulo podrá aprender la lección de
que ser un inversor inteligente es más una cuestión de «carácter» que de
«cerebro».
Crónica de una calamidad
Detengámonos un momento a analizar algunos de los más
importantes acontecimientos financieros que han tenido lugar en los
últimos años:
1. La peor crisis de mercado desde la Gran Depresión, en la que
las acciones estadounidenses perdieron el 50,2% de su valor, o
lo que es lo mismo, 7, 4 billones de dólares, entre marzo de
2000 y octubre de 2002.
2. Descensos mucho más acusados en la cotización de las
acciones de las empresas que más interés habían suscitado
durante la década de 1990, como por ejemplo AOL, Cisco, JDS
Uniphase, Lucent y Qua1comm, además de la destrucción
absoluta de centenares de valores de Internet.
3. Acusaciones de fraude financiero a gran escala en algunas de
las empresas más respetadas y de mayor tamaño de Estados
Unidos, como por ejemplo Enron, Tyco y Xerox.
4. Las quiebras de empresas que en cierto momento llegaron a
estar mejor consideradas que si hubiesen sido de oro, como por
ejemplo Conseco, Global Crossing y World Com.
5. Alegaciones de que las firmas de contabilidad habían
manipulado los libros e incluso habían destruido registros para
ayudar a sus clientes a engañar al público inversor.
6. Acusaciones de que los ejecutivos de grandes empresas habían
desviado cientos de millones de dólares para su propio lucro
personal.
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