inversiones inteligentes 1 | Page 18

EL INVERSOR INTELIGENTE principalmente su atención en evitar errores o pérdidas serias. Su segundo objetivo consistirá en no tener que realizar grandes esfuerzos o trámites y en quedar eximido de la necesidad de adoptar decisiones frecuentes. El rasgo determinante del inversor emprendedor (o activo, o dinámico) es su deseo de dedicar tiempo y esfuerzo a la elección de un conjunto de valores que resulten a la vez sensatos, sólidos y más atractivos que la media. A lo largo de muchas décadas un inversor emprendedor de este tipo podría esperar que sus esfuerzos y capacidades adicionales le aportasen una recompensa satisfactoria, en forma de un promedio mejor que el obtenido por el inversor pasivo. Albergamos algunas dudas sobre si se puede prometer una recompensa adicional realmente sustancial al inversor activo en las circunstancias actuales. No obstante, cabe la posibilidad de que el año que viene, o en los años venideros, la situación llegue a ser diferente. Por lo tanto, seguiremos prestando atención a las posibilidades ofrecidas por la inversión emprendedora, tal y como han existido en los períodos anteriores y como suelen volver a existir en el futuro. Tradicionalmente ha imperado la opinión de que el arte de la inversión de éxito radica en primer lugar en la elección de los sectores que tienen más probabilidades de crecer en el futuro, y en la identificación de las empresas más prometedoras dentro de esos sectores. Por ejemplo, los inversores inteligentes, o sus asesores inteligentes, se habrán dado cuenta hace tiempo de las grandes posibilidades de crecimiento del sector informático en conjunto, y de IBM en particular. Lo mismo podría afirmarse de bastantes otros sectores de crecimiento y empresas de crecimiento. De todas formas, esto no resulta tan sencillo como parece retrospectivamente en todos los casos. Para dejar clara esta cuestión desde el principio, permítanos introducir aquí un párrafo que incorporamos por primera vez en la edición de 1949 de este libro: Un inversor de ese tipo podría, por ejemplo, ser comprador de acciones de transporte aéreo porque considerase que su futuro es aún más brillante que la tendencia que ya está reflejada en el mercado en la actualidad. Para este tipo de inversor el valor de nuestro libro radicará más en las advertencias contra las trampas ocultas en su método de inversión favorito que en cualquier técnica positiva que le pueda ser de utilidad práctica a lo largo del camino que ha elegido††. †† Las “acciones de empresas de transporte aéreo”, por supuesto, generaron tanto interés a finales de la década de 1940 y principios de la de 1950 como las acciones de empresas de Internet medio siglo después. Entre los fondos de inversión más intensamente negociados en aquella época estaba el Aeronautical Securities y el Missiles-Rockets-Jets & Automation Fund. Estos fondos, al igual que las acciones que tenían en cartera, acabaron siendo un desastre como inversión. En la actualidad se admite de manera generalizada que los beneficios acumulados del sector de las líneas aéreas, durante toda su historia, ha 20