EL INVERSOR INTELIGENTE
principalmente su atención en evitar errores o pérdidas serias. Su
segundo objetivo consistirá en no tener que realizar grandes esfuerzos o
trámites y en quedar eximido de la necesidad de adoptar decisiones
frecuentes. El rasgo determinante del inversor emprendedor (o activo, o
dinámico) es su deseo de dedicar tiempo y esfuerzo a la elección de un
conjunto de valores que resulten a la vez sensatos, sólidos y más
atractivos que la media. A lo largo de muchas décadas un inversor
emprendedor de este tipo podría esperar que sus esfuerzos y capacidades
adicionales le aportasen una recompensa satisfactoria, en forma de un
promedio mejor que el obtenido por el inversor pasivo. Albergamos
algunas dudas sobre si se puede prometer una recompensa adicional
realmente sustancial al inversor activo en las circunstancias actuales. No
obstante, cabe la posibilidad de que el año que viene, o en los años
venideros, la situación llegue a ser diferente. Por lo tanto, seguiremos
prestando atención a las posibilidades ofrecidas por la inversión
emprendedora, tal y como han existido en los períodos anteriores y como
suelen volver a existir en el futuro.
Tradicionalmente ha imperado la opinión de que el arte de la
inversión de éxito radica en primer lugar en la elección de los sectores
que tienen más probabilidades de crecer en el futuro, y en la
identificación de las empresas más prometedoras dentro de esos sectores.
Por ejemplo, los inversores inteligentes, o sus asesores inteligentes, se
habrán dado cuenta hace tiempo de las grandes posibilidades de
crecimiento del sector informático en conjunto, y de IBM en particular.
Lo mismo podría afirmarse de bastantes otros sectores de crecimiento y
empresas de crecimiento. De todas formas, esto no resulta tan sencillo
como parece retrospectivamente en todos los casos. Para dejar clara esta
cuestión desde el principio, permítanos introducir aquí un párrafo que
incorporamos por primera vez en la edición de 1949 de este libro:
Un inversor de ese tipo podría, por ejemplo, ser comprador
de acciones de transporte aéreo porque considerase que su futuro
es aún más brillante que la tendencia que ya está reflejada en el
mercado en la actualidad. Para este tipo de inversor el valor de
nuestro libro radicará más en las advertencias contra las trampas
ocultas en su método de inversión favorito que en cualquier
técnica positiva que le pueda ser de utilidad práctica a lo largo
del camino que ha elegido††.
††
Las “acciones de empresas de transporte aéreo”, por supuesto, generaron tanto interés a finales de la
década de 1940 y principios de la de 1950 como las acciones de empresas de Internet medio siglo después.
Entre los fondos de inversión más intensamente negociados en aquella época estaba el Aeronautical
Securities y el Missiles-Rockets-Jets & Automation Fund. Estos fondos, al igual que las acciones que
tenían en cartera, acabaron siendo un desastre como inversión. En la actualidad se admite de manera
generalizada que los beneficios acumulados del sector de las líneas aéreas, durante toda su historia, ha
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