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Intervenciones en teoría cultural
de hibridación / traducción / mediación, es decir, prácticas que
producen seres que son mezclas de “naturaleza” y “cultura”,
de humanos y no humanos. Las dos series de prácticas se
encontrarían en constantemente en tensión.
En las primeras operaría lo que Latour denomina la ‘Constitución
moderna’, la cual hace impensable e irrepresentable el trabajo
de producción de híbridos. Además, como resultado de las
prácticas de purificación, opera lo que Latour llama la ‘Gran
división’ entre modernos y no modernos. Los modernos serían
los únicos que no confunden naturaleza (realidad) con cultura
(representación de la realidad), como lo hacen los no modernos,
de lo cual se deriva que sólo los modernos pueden dar cuenta
de la realidad tal cual es. Esta gran división no introduce
simplemente una diferencia entre Europa (los modernos) y
el resto (los no modernos), sino una excepcionalidad de la
primera, articulada a sus actividades científicas, su concepción
política y moral (Latour 2007: 145).
Como bien indica Latour, estas narrativas sobre la modernidad
configuradas por la ‘Constitución moderna’ suponen una doble
ceguera: (1) que ni siquiera los europeos han sido modernos
(o totalmente modernos) y que (2) múltiples disputas desde
lugares enunciados como anti-modernos (o postmodernos) no
hacen más que reproducir (tomar por sentada) tales narrativas,
que caracterizan a la modernidad sólo como practicas de
purificación. Es decir que, “Tanto los antimodernos como los
postmodernos aceptaron el terreno de sus adversarios” (Latour
2007: 79). Desde el análisis de Latour, entonces, el ser moderno
es una especie de acto fallido, una imaginación del mundo y
de sí que no se corresponde con lo que se hace y se es: “Nos
percatamos entonces que jamás fuimos modernos en el sentido
de la Constitución. La modernidad nunca comenzó. Nunca
hubo un mundo moderno” (Latour 2007: 77).