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Intervenciones en teoría cultural
europeo. Aunque producto Europeo, desde un comienzo se
encuentra una corriente dominante que ha concebido a la
modernidad como universal. Desde esta perspectiva, existe una
estrecha relación entre modernidad, Europa y universalismo. La
modernidad aparece, entonces, no sólo como el tiempo-lugar
de Europa sino que, por la vía del discurso universalista que
se endilgaba, devenía en necesidad universal. En este sentido
Wallerstein anotaba como en Europa se produce un discurso en
el que “Únicamente la ‘civilización europea […] pudo producir
la ‘modernidad’ […] Y como se decía que por definición la
modernidad era la encarnación de los verdaderos valores
universales, del universalismo, la modernidad no era meramente
un bien moral sino una necesidad histórica” (2007: 49).
Que luego de su origen europeo, se lograra desmarcar
completamente o no de sus particulares orígenes haciéndose (o
no) un verdadero hecho ‘universal’, hace parte de discusiones
establecidas hasta hoy por los autores que siguen este tipo
relato. No obstante, independientemente de que se la conciba
como universal o no, Europa como el tiempo-origen de la
modernidad es un supuesto compartido por todos los relatos
difusionistas de la modernidad.
Como parte de los relatos difusionistas pueden identificarse dos
grandes variantes: una, inscrita en la predominante posición
celebratoria, otra en una mirada crítica sobre la creciente difusión
modernidad. La variante celebratoria concibe el proceso de
difusión como simple expansión de una modernidad esencialmente
benevolente y emancipante. Se concibe la modernidad como una
especie de salvación de los individuos y de las colectividades.
La modernidad es pensada como liberación del peso paralizante
e irracional de la tradición y el tutelaje. Del otro lado, la variante
crítica insiste en que no pueden desconocerse los procesos
de colonización y dominación asociados a la modernidad.