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Intervenciones en teoría cultural
postestructuralismo la teoría es inmanentemente política en
tanto contribuye a la configuración del mundo. Si el mundo es
discursivamente constituido, entonces los discursos expertos
tienen efectos de verdad que producen el mundo. Así “[…]
el postestructuralismo asigna un nuevo papel a la teoría,
considerándola como una intervención política” (Gibson-Graham
2002: 272). Para el postestructuralismo las relaciones de poder no
sólo son una problemática para ser comprendida teóricamente,
sino que constituyen toda comprensión teórica en sí misma y por
más ‘alejada’ que parezca estar de cualquier mundanal disputa.
Antes que una renuncia de la política, el postestructuralismo
amerita ser considerado como una ampliación y complejización
de lo político. Al respecto, Butler se plantea cómo
[…] el poder contamina el propio aparato conceptual
que busca negociar sus términos, incluyendo la
posición del crítico, y más aun, que la implicación
de los términos de la crítica en el campo del
poder no es el advenimiento de un relativismo
nihilista incapaz de crear normas, sino más bien la
misma precondición de una crítica políticamente
comprometida (Butler 2001: 15).
Para Arturo Escobar la relación entre antropología y
postestructuralismo no radicaría tanto en que existe una ‘escuela’
de antropología postestructural como han existido escuelas
funcionalistas, estructuralistas, interpretativistas, etc., sino que
lo que se podría indicar como el proyecto antropológico en su
conjunto confluye con el encuadre postestructural en que ambos
subrayan la historicidad de los diferentes ordenes sociales
y culturales. En esta historización de prácticas, relaciones y
representaciones sociales y culturales concretas que ha constituido
al proyecto antropológico como una poderosa crítica cultural, el
posestructuralismo encaja perfectamente. En palabras de Escobar: