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Intervenciones en teoría cultural
sustantiva con el interpretativismo que, como vimos atrás, aboga por
la descripción densa. En palabras de Carlos Reynoso:
[…] la etnografía postmoderna alcanza a definir una
identidad que ya debe poco o nada al programa de la
descripción densa y que se ocupa mucho más de los
textos sobre la cultura que de abordar la cultura como
texto […] [P]ara Geertz, la actividad básica sigue
siendo la descripción del otro: y el otro para Clifford
no es el nativo o el extraño, sino la representación
antropológica del otro (2003: 31, 34).
Para la antropología postmoderna las prácticas escriturales
y el texto etnográfico son objeto de interés porque permiten
estudiar las formas en las que los antropólogos han descrito a
las poblaciones que han estudiado y con qué consecuencias.
Afirman los antropólogos postmodernos, con razón por lo
demás, que las descripciones etnográficas no son inocentes.
Al contrario, las estrategias de escritura subyacentes a estas
descripciones no sólo generan un efecto de verdad y de autoridad
del autor, sino que también producen ciertas imágenes de las
poblaciones descritas. Cuando los etnógrafos empiezan a hablar
de anécdotas en primera persona sobre situaciones que vivieron
en terreno o cuando recurren a palabras en los idiomas de las
personas con las que trabajaron, son formas de afirmar que ellos
“estuvieron allí” y que conocieron de primera mano las cosas
de las cuales están hablando. Ambas son formas retóricas de
escritura etnográfica ampliamente extendidas que producen un
efecto de verdad y de autoridad sobre el autor del texto. Estas
retóricas operan más o menos de la siguiente manera: “como
estuvo allí, como vivió con esa gente, como fue testigo de lo
que narra, entonces el autor no sólo es una autoridad en lo que
dice sino que lo que dice tiene que ser verdad”. Estas retóricas
son denominadas como etnografías realistas en tanto suponen