Distinciones teóricas en antropología
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historia y la política. El postmodernismo también cuestiona la
creencia moderna en las bondades de la razón y, sobre todo, en sus
aplicaciones científicas y técnicas. Al contrario del credo moderno,
el postmodernismo señala las atrocidades y sujeciones producto de
la creciente aplicación de la técnica y la ciencia; las pesadillas y
malestares de la razón (como el holocausto, las guerras, el nazismo,
el racismo), antes que los sueños de una sociedad e individuos
emancipados por los avances de la ciencia y sus aplicaciones
tecnológicas. Como anotaba Morley (1998: 98), el postmodernismo
consiste en un fuerte rechazo a las ideas de totalización, de teleología
y de utopía del pensamiento moderno. En palabras de Boaventura de
Sousa Santos, las concepciones dominantes del postmodernismo:
[…] asumen las siguientes características: critica del
universalismo y de las grandes narrativas sobre la
unilinealidad de la historia traducida en conceptos
como progreso, desarrollo o modernización que
funcionan como totalidades jerárquicas; renuncia a
proyectos colectivos de transformación social, siendo
la emancipación social considerada como un mito sin
consistencia; celebración, a veces melancólica, del
fin de la utopía, del escepticismo en la política y de la
parodia en la estética; concepción de la crítica como
deconstrucción; relativismo o sincretismo cultural;
énfasis en la fragmentación, en los márgenes o
periferias, en la heterogeneidad y en la pluralidad (de
las diferencias, de los agentes, de las subjetividades);
epistemología constructivista, no fundacionalista y
antiesencialista (Santos 2009: 341).
Con base en estos criterios se puede contrastar el postmodernismo
como corriente filosófica, arquitectónica, estética y política con
algunas de las premisas más importantes de la modernidad,
planteadas de forma esquemática en la siguiente tabla.