Distinciones teóricas en antropología
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comenzar, no es extraño que algunos antropólogos operen
hoy con modelos teóricos que pertenecen a lo que pueden ser
consideradas las teorías clásicas, incluso algunos jóvenes recién
graduados de programas de pregrado o postgrado. No son pocos
los colegas cuyos trabajos se basan en el funcionalismo o el
interpretativismo, mientras otros recurren a la ecología cultural
de los años cincuenta, de tal manera que no se puede confundir
lo que he denominado ‘teorías contemporáneas’ con las teorías
utilizadas por los ‘antropólogos contemporáneos’.
La antropología hoy es mucho más rica, heterogénea y compleja
que la imagen de absoluto consenso sobre la que puede edificarse
la idea de ‘teorías contemporáneas’. Aunque estas últimas tienden
a ser dominantes en ciertos sectores de antropólogos, en otros son
absolutamente marginales, cuando no virtualmente desconocidas
en sus planteamientos y alcances.
Esto hace que las corrientes clásicas del pensamiento antropológico
no hayan desaparecido (lo cual es una gran ventaja porque dan
cuenta de aspectos y problemáticas aún relevantes, aunque no
en los mismos términos en los cuales emergieron). Por eso,
al hablar de teorías antropológicas contemporáneas no estoy
sugiriendo un modelo de sucesión donde desparecen de la
noche a la mañana como por arte de magia las modalidades
de teoría anteriores. Ni siquiera en sus practicantes más
representativos, estas ‘teorías contemporáneas’ desplazan en su
totalidad modalidades de aproximación más convencionales, o
más o menos recientes pero que no se pliegan a los supuestos
indicados para las ‘teorías contemporáneas’.
Ahora bien, debo ser enfático en que no entiendo que las teorías
antropológicas contemporáneas ‘superen’ o sean ‘mejores’ (con
todo y el tono moral que subyace en este tipo de planteamientos)
que las teorías clásicas o convencionales. Esto no es, sin embargo,