La cultura en la imaginación antropológica
43
un saber de validez universal que exceda las particularidades
de cada cultura sin ser la imposición de los patrones de una a
las demás?” (García Canclini 1982: 20). Del otro, en el orden
político, representada en la pregunta: “¿Cómo establecer, en
un mundo cada vez más (conflictivamente) interrelacionado,
criterios supraculturales de convivencia e interacción?” (p. 20).13
Para García Canclini esta encrucijada evidencia lo problemático
de los supuestos relativistas sobre la cultura. El conocimiento de
la diferencia cultural y los criterios ético políticos de interacción
cultural suponen una redefinición del concepto de cultura, que
implique un desplazamiento desde la pregunta por la diferencia
monolítica e inconmensurable de entidades autocontenidas
(burbujas o islas), hacia la pregunta por el papel de la cultura (o
mejor, de lo cultural) en la (re)producción de las desigua ldades.
Propone una definición de cultura que busca escapar a los
insuperables dilemas del relativismo cultural y pensar así el
problema del poder con respecto a la diferencia en sus dimensiones
epistémica y política. La propuesta es “[…] caracterizar la cultura
como un tipo particular de producción cuyo fin es comprender,
reproducir y transformar la estructura social, y luchar por la
hegemonía” (1982: 20). Veamos lo que hay en juego en esta
caracterización. De un lado, la cultura es considerada un tipo
particular de producción. Es producción. García Canclini apela a
la materialidad de los procesos de producción y aleja la noción de
cultura del tipo de lectura mentalista o idealista que la piensa como
algo que sólo tendría existencia en la cabeza de las personas.
_______________
13 Es importante no perder de vista que esta crítica al relativismo cultural
y al modelo de la cultura como isla reconoce la importancia del
esencialismo estratégico: “[…] la sobreestimación de la propia cultura
–como ocurre en movimientos nacionalistas, étnicos y de la clase en
lucha por liberarse—no es una parcialidad o un error a lamentar, sino un
momento necesario de negación de la cultura dominante y de afirmación
de la propia” (García Canclini 1982: 31).