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Intervenciones en teoría cultural
cultura concreta. Las relaciones de intercambio, pero también las
de explotación, dominación y desigualdad, como estructurantes de
la cultura (y no como simples ‘telones de fondo’ que dan cuenta de
la ‘perdida’), dan un sentido muy distinto a la idea de diferencia
cultural. Por tanto, se piensa en términos de transformaciones que
no sólo significan la negatividad de la ‘pérdida’ (con las frecuentes
idealizaciones de un pasado pleno de tradicionalidad) sino que son
estructurantes y productoras siempre en proceso y en tensión.
Antes que una autenticidad incontaminada o una tradición que se
perpetúa idéntica desde los tiempos inmemoriales, son los bordes,
las interacciones y la constitutiva heterogeneidad lo que convoca
a los estudios operando desde este modelo de ‘cultura’. Para
este modelo puede seguir siendo importante describir y explicar
‘la cultura x’, pero ya no lo hace poniendo entre paréntesis las
‘influencias externas’ de lo que es ‘propio’, separando lo ‘auténtico’
de lo ‘contaminado’ (Pazos 1998). En este sentido, como anota el
antropólogo chicano Renato Rosaldo: “Si la etnografía una vez
creyó imaginar que podría describir culturas discretas, ahora se
enfrenta a fronteras que se entrecruzan en un campo antes fluido y
saturado de poder” (1991: 51).
La noción de “culturas hibridas”7 puede ser entendida como una
radicalización de este modelo. Radicalización en el sentido que
desancla la relación entre cultura-lugar-grupo supuesta en el
primer modelo. Culturas hibridas no establece correspondencias
inmanentes entre un grupo humano y un lugar ni, menos aun,
considera las culturas irremediablemente atadas a un lugar (el
cual tampoco es estable). Las culturas, los grupos humanos y los
lugares son pensados en sus flujos y en sus amalgamas.
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7
Concepto que, como es sabido, se asocia al nombre de Néstor García
Canclini y a su conocido libro Culturas hibridas: estrategias para entrar
y salir de la modernidad.