Racismo y discriminación
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de trabajo, sino también de una ideología colonial. El dominio
colonial suponía tanto una serie de mecanismos de imposición
por la fuerza como un sistema de ideas que pretendían legitimar a
los ojos de los europeos y de los sujetos colonizados tal dominio.
En este sistema de ideas fue central el discurso de la superioridad
natural de los europeos y de su misión civilizatoria al resto del
mundo. Vestido de un ropaje teológico en sus comienzos y luego
secularizado por el discurso de la Ilustración, los europeos se
impusieron mediante el genocidio y sujeción de poblaciones y
territorios predicando su propia superioridad. Es en este plano en
el que se acuñan y circulan las categorías raciales y el racismo se
instrumentaliza. El pensamiento racial se asocia estrechamente
con el orden colonial, donde los europeos otrerizan y subalternizan
desde categorizaciones raciales a los colonizados.
El colonialismo no es un asunto del pasado ya superado sino un
legado que estructura nuestro presente más de lo que tendemos a
reconocer, y esto tanto para quienes fueron colonizados como para
los colonizadores (Quijano 2000). Esto es ilustrado, entre otros
aspectos, por la pervivencia de una mentalidad colonial. La noción
de raza y las categorías raciales con las cuales nos pensamos en la
actualidad a nosotros mismos y a los otros, constituyen uno de los
legados más presentes del colonialismo. Estos legados coloniales
troquelan nuestros marcos interpretativos y comportamientos,
abarcan disímiles planos (desde lo estético hasta, el deseo y lo moral).
Estos legados coloniales se han sedimentado como sentido común
desde el cual pensamos y actuamos, pero el cual rara vez sometemos
a un escrutinio crítico. Por tanto, aunque el racismo se articuló
históricamente con el colonialismo, no es un fenómeno que se haya
quedado en el pasado. Los discursos y prácticas institucionalizadas
que legitimaron los genocidios de la trata de los millones de africanos
o los exterminios de los pueblos indígenas fueron los gérmenes
de concepciones y actitudes hacia sus descendientes que se han
sedimentado en el sentido común constituyendo nuestro presente.