Racismo y discriminación
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que son más construcciones históricas, al igual que evidencian la
arbitrariedad de la selección de unos rasgos corporales pero no de
otros sobre los que se fundamentan. Resaltar el color de la piel
o la forma de la nariz, del cabello o de los labios, son arbitrarios
históricos para clasificar poblaciones. Además, ninguna de las
‘razas’ así desagregadas es homogénea en cualquiera de los rasgos
seleccionados. El color de la piel, por ejemplo, varía grandemente
entre las poblaciones clasificadas como negras o blancas.
Menos consistente son estas clasificaciones raciales cuando se
piensa en sus variaciones en diferentes lugares y tiempos. Una
misma persona que puede ser considerada como ‘negra’ en una
ciudad de los Estados Unidos, puede ser a su vez clasificada
como ‘mestiza’ o incluso ‘blanca’ en una de América Latina
como Cartagena. Más aún, alguien que es considerado ‘negro’
en Londres no necesariamente es un africano, caribeño o
afrodescendiente inglés ya que como tales se ha clasificado
a personas pakistaníes o de la India. Ahora bien, como lo han
demostrado diferentes estudios antropológicos, estas variaciones
no se dan solo entre países distantes. En Colombia, por ejemplo,
las modalidades de clasificación racial varían en ciertos aspectos
de unas regiones a otras. Así, alguien que se considera a sí mismo
y es concebido como ‘blanco’ o ‘mestizo’ en Santa Marta, puede
ser percibido como ‘negro’ en Bogotá o Medellín.
Si estas variaciones en la clasificación racial de una misma persona
se hacen obvias cuando nos desplazamos geográficamente,
mayores diferencias se presentan si lo vemos desde una
perspectiva histórica. Los criterios de clasificación racial varían
de un momento histórico a otro grandemente. Estas variaciones
de lugares y tiempos en cómo se clasifica racialmente a una
persona expresan uno de los aspectos más resaltados por los
diferentes investigadores y teóricos: las categorías y sistemas
raciales son contextuales, es decir, dependen de los contextos