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Intervenciones en teoría cultural
pueden incluso subvertir el concepto mismo. Esta multiplicidad
y polifonía local de la utilización de la palabra raza requiere un
estudio detallado y comparado.
Ahora bien, es un hecho que el problema no se resuelve con una
purga generalizada de la palabra de ‘raza’, emplazando en su lugar
otros términos que en últimas pueden operar como eufemismos
manteniendo intacto el andamiaje ideacional y comportamental
sobre el que se ha edificado el pensamiento racial y el racismo.
El problema es más profundo que uno de vocabulario, y para
entenderlo es necesario examinar sin ambages cómo se construye,
transforma y articula el pensamiento racial y el racismo.
La raza es un hecho social, no biológico
Referirse a la ‘raza’ del modo en que se ha planteado no significa
que se considere que las ‘razas’ existen como entidades biológicas
desagregadas. El fundamento biológico de cualquier pensamiento
racial ha sido cuestionado científicamente desde la primera mitad
del siglo pasado. Biológicamente hablando, no existen las razas
en lo que a los seres humanos respecta. Sobre ello no cabe la
menor duda en la comunidad científica. Los desarrollos de la
nano-tecnología contemporánea, como los de la genómica del
siglo pasado, evidencian que no existen fundamentos de orden
genético para desagregar significativamente esos tipos humanos
denominados razas. Las variaciones genéticas no corroboran la
existencia de entidades biológicas discretas en términos de razas.
La biología refuta la existencia de las razas.
Además, si uno se enfoca ya en el plano del fenotipo, esto es, de
los rasgos corporales visibles, se encuentra que unos consideran
la existencia de tres, otros hablan de cinco y algunos refieren hasta
veinte razas distintas. Las variaciones en las tipologías indican