Historizando raza
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esta racialización se extendió desde América a una clasificación
de la población de todo el mundo “[…] en identidades ‘raciales’
y dividida entre los dominantes/ superiores ‘europeos’ y los
dominados/inferiores ‘no-europeos’.” (p. 374). Por tanto, “Las
diferencias fenotípicas fueron usadas, definidas, como expresión
externa de las diferencias ‘raciales’. En un primer período, lo
fueron principalmente el ‘color’ de la piel y del cabello y la forma
y el color de los ojos, más tarde, en los siglos XIX y XX, también
otros rasgos como la forma de la cara, el tamaño del cráneo, la
forma y el tamaño de la nariz” (p. 374).
De esta manera, aunque no se encontrara fácilmente la palabra
raza, no hay duda que para estos autores la conceptualización
detrás de estas clasificaciones es racial. Para Quijano las
diferencias fenotípicas son centrales, mientras para otros autores
como Mignolo hay momentos donde la clasificación racial no se
ancla en el de diferencias fenotípicas sino en la inferiorización de
la diferencia: “A mediados del siglo XVI, Las Casas proporcionó
una clasificación racial aunque no tuviese en cuenta el color de
la piel. Era racial porque clasificaba a los seres humanos en una
escala descendente que tomaba ideales occidentales cristianos
como criterio para la clasificación. La categorización racial no
consiste simplemente en decir ‘eres negro o indio, por tanto, eres
inferior’, sino en decir ‘no eres como yo, por tanto eres inferior’
[…]” (Mignolo 2005: 43: énfasis en el original).
En un texto anterior, Mignolo considera que pueden darse
clasificaciones raciales incluso sin que la palabra de raza existiese
con tal de que los criterios de la distinción fueran ‘físicos’ o, lo
que parece ser lo mismo, ‘biológicos’. Comentando precisamente
la idea de colonialidad del poder de Quijano, escribía Mignolo:
Deberíamos observar, al pasar, que la categoría de
‘raza’ no existía en el siglo XVI y que las personas se