Historizando raza
155
los discursos jerárquicos fundados en los encuentros coloniales
y en sus legados nacionales” (p. 2). Esta distinción entre ‘raza’
y ‘racialización’, “[…] permite enfatizar la ubicuidad de la raza
y la racialización, pero subrayando los específicos contextos que
configuran el pensamiento y práctica racial” (p. 2).
Siguiendo la propuesta de Appelbaum, Macpherson y Rosemblatt,
consideramos importante establecer la distinción entre los hechos
históricos y sociales de la raza (en su doble dimensión, como
palabra y como concepto) y la categoría analítica de racialización
(como herramienta analítica). Es relevante tener presente que
existe una distinción entre las categorizaciones encarnadas en las
prácticas y representaciones sociales que agencian los disímiles
actores en diferentes momentos y lugares, de un lado, y del otro
las categorías de análisis a través de las cuales los académicos
hacen sentido (o no) de estas prácticas y representaciones. No
es muy esclarecedor confundir el plano de los ‘hechos sociales’
con las ‘herramientas’ con las cuales se los piensa, así sea esta
distinción de carácter analítico, porque estas ‘herramientas’ son
también ‘hechos sociales’ y porque aquéllos emergen o no en
parte a partir de dichas herramientas.
El llamado de Appelbaum, Macpherson y Rosemblatt a historizar
la raza en su multiplicidad y densidad espacial y temporal es un
valioso paso que compartimos, aunque nos distanciemos en el
contenido otorgado a su categoría de ‘racialización’. Tal como
la proponen, cualquier proceso de articulación de la diferencia
como jerarquía afincado en los encuentros coloniales y los
legados nacionales supondría ‘racialización’. A nuestra manera
de ver, esto abre esta categoría a procesos de marcación y
jerarquía que pueden ser distinguidos de los de la racialización,
por lo que el potencial analítico de esta categoría se encuentra
precisamente en la posibilidad de establecer su especificidad.
Sobre esto volveremos más adelante.