146
Intervenciones en teoría cultural
sociales sobre sus identidades no se estructuran en el lenguaje de
la correspondencia o de la distorsión, sino en el de las políticas
de la representación y en el de su estructura de sentimientos. Lo
que se ha llamado ‘esencialismo estratégico’ no es tanto para dar
cuenta de una instrumentalización maquiavélica y calculada de
sujetos racionales previamente constituidos que tratan de capitalizar
simbólica, económica y políticamente sus identidades, sino la
dimensión constitutiva en las subjetividades mismas de las políticas
de la representación y de las estructuras de sentimiento. En este
sentido, en el análisis de las identidades hay que entender cómo,
por qué y con qué consecuencias ciertas identidades aparecen como
primordiales o esenciales a los ojos de los actores sociales.
Esta perspectiva se opone al enfoque instrumental en el estudio
de la identidad. Como instrumentalismo se conoce a aquellas
tendencias en el análisis social que van desde el funcionalismo
craso hasta las más sofisticadas variaciones de la teoría de la
acción racional que consideran que las identidades son ‘recursos’
en la significación o disputa de la vida social que unos actores
movilizan para posicionar sus propios intereses (Briones 1998:
79-97). Este supuesto de un individuo racional de donde derivaría
la identidad es bien problemático:
[…] las identidades y las políticas de la identidad
no pueden verse como fruto exclusivo de una
acción racional orientada por intereses y estrategias
libremente estipuladas, porque ninguna acción
opera desgajada de maquinarias estratificadoras
que nos dan acceso diferencial a la experiencia y
el conocimiento, de maquinarias diferenciadoras
que codifican y buscan estabilizar las identidades
dentro de un sistema de diferencias autorizadas, y
de maquinas territorializadoras que definen dispares
movilidades estructuradas que indican por qué