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Intervenciones en teoría cultural
demuestra el esfuerzo homogeneizador involucrado
en estos procesos. Para no rendirme totalmente a
la orientación más homogeneizadora típica de este
rótulo y para apuntar inmediatamente a la inserción
de la cuestión dentro del ámbito del universo de
las representaciones sociales, prefiero utilizar la
expresión ‘modos de representar la pertenencia’ que
apunta a una pluralidad más abierta. Sin embargo,
no descartaré el uso de la noción de identidad puesto
que, efectivamente, en diferentes situaciones, las
formas de concebir el self o el grupo son radicalmente
homogéneas (2004:165-166).
Lo relevante de Ribeiro no es tanto pensar en una categoría
alterna (cualquiera que ella sea) para evitar los riesgos totalitarios
y homogenizantes de la de identidad, sino más bien recordarnos
cuán fácil caemos en tentaciones totalitarias y homogenizantes en el
estudio de las identidades. Un importante corolario de esto se refiere
a las escalas y unidades de análisis. Se debe estar particularmente
alerta con las operaciones de generalización de las observaciones y
datos derivados de estudios con un conjunto de individuos en unas
localidades específicas o con unas fuentes secundarias concretas.
En suma, para evitar estos riesgos puede ser más productivo pensar
en términos de formaciones identitarias concretas, antes que en
identidades como tipos ideales. El artículo de Stuart Hall ([1986]
2010) sobre la relevancia de Gramsci para el estudio de la raza y la
etnicidad ofrece pautas metodológicas en esta dirección.
Otro aspecto metodológico consiste en no limitarse a las narrativas
de la identidad, sino también examinar las prácticas. En el estudio
de las identidades es tan importante lo que la gente dice como sus
silencios. Debe tenerse presente los contextos e interacciones en
las cuales lo dicho y los silencios de las identidades operan. Lo
dicho y los silencios tienen que contrastarse con los significados