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Intervenciones en teoría cultural
o sectores dominantes que se imaginan a sí mismos europeos)
se han hecho en nombre de su supuesto privilegio civilizacional
articulado como modernidad universal.7
El modelo de las modernidades alternativas implica la
provincialización de Europa y sus articulaciones de la modernidad
(Chakrabarty 2008). Esta provincialización significa mostrar
la situacionalidad, contingencia y heterogeneidad de diversas
tecnologías e imaginarios conceptuales, sociales y políticos
asociados a Europa que se quieren presentar como deslocalizados,
necesarios y universales. Este movimiento de provincialización
supone poner en evidencia el efecto estructurante del predominio
de la idea de Europa (que no necesariamente se corresponde con
las Europas existentes) como sujeto-agente de todas las historias
(incluyendo las supuestamente articuladas desde posiciones de
sujeto subalternas). Con esta aproximación se busca examinar cómo
“[…] ‘Europa’ sigue siendo el sujeto teórico soberano de todas las
historias […] [T]odas estas historias propenden a convertirse en
variaciones de un relato maestro que cabria denominar ‘la historia
de Europa’ […] en nombre de esta historia sólo es posible articular
posiciones de sujeto subalternas” (Chakrabarty 2008: 57).
Varios han sido los cuestionamientos realizados a la idea de
modernidades alternativas o vernáculas. En primer lugar se ha
argumentado que los análisis de las modernidades alternativas o
vernáculas radica todavía, aunque de manera mucho más sutil que
en las retóricas difusionistas, en el supuesto de que son una especie
de variaciones de un subyacente modelo que les serviría de común
denominador (Grossberg 2010: 61). Como lo han indicado varios
autores (Escobar 2010, Grossberg 2010, Mitchell 2000), el riesgo
de la idea de modernidades alternativas o vernáculas consiste en
que, a veces de manera tácita, se conserva el modelo de una noción
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Sobre este punto volveré más adelante.