Modernidad y diferencia
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[…] un espacio discursivo en el que la idea de una
modernidad singular ha sido suspendida en un nivel
ontológico; donde Europa ha sido provincializada, es
decir, desplazada del centro de la imaginación histórica
y epistémica; y donde el examen de modernidades
concretas, proyectos simétricos y procesos descoloniales
puede ser iniciados en serio desde una perspectiva
des-esencializada (2010: 342).
De cierta manera la noción de ‘modernidades vernáculas’ sugerida por
Stuart Hall ([2000] 2010) se mueve en un registro bastante parecido
al elaborado por Escobar con la idea de modernidades alternativas.
Para Hall, las modernidades vernáculas serían ese conjunto disperso
de modulaciones locales ‘desde abajo’ que traducen, desvían y
rearticulan los imperativos de la tecnomodernidad occidentalizadora.
Estas modernidades vernáculas “Constituyen la base para una nueva
clase de ‘localismo’, que no es particularista de manera autosuficiente
sino que surge dentro de lo global sin ser simplemente un simulacro
de ello mismo […]” (Hall [2000] 2010: 590).
Como hemos visto, la idea de modernidades alternativas supone
una pluralización del análisis histórico y contemporáneo de las
posibles articulaciones de la modernidad. Desde esta perspectiva
se hace referencia a modernidades en plural en vez de a la
modernidad en singular. Esto no es un mero desplazamiento
gramatical, sino una transformación en la conceptualización
articulada por los académicos pero también del imaginario
histórico y político que constituye nuestro presente. Aunque
desde esta perspectiva la modernidad no es equivalente a
euro-modernidad, esto no quiere decir que la relación entre
modernidad y Europa sea cualquiera. No se puede desconocer
que, por lo menos desde finales del siglo XVIII, gran parte de
los proyectos de colonización y de dominación europea (dentro
y fuera del continente europeo, por europeos nacidos en Europa