Intervenciones en teoría cultural | Page 104

Modernidad y diferencia 103 identidad preexistente que crearía la modernidad, sino que ambas son el resultado de un sistema mundo que las antecede y constituye. El punto no sería simplemente introducir a la periferia en la genealogía de la modernidad pretendidamente europea, sino socavar el postulado mismo de que la modernidad es el resultado de entidades geohistóricas como Europa (o la periferia) a las que se supone como ya constituidas. Desde estas críticas, entonces, se hace indispensable descentrar la modernidad de su identificación temporal y espacial con Europa. Hay que romper la equivalencia (como anterioridad e interioridad) entre modernidad y Europa. En esta dirección se encuentran, precisamente, aquellos planteamientos que hablan de múltiples modernidades. Múltiples modernidades Como resultado del cuestionamiento a los relatos difusionistas de la modernidad, se ha ido posicionando una serie de planteamientos que de diversas maneras pluralizan la modernidad. Uno de los modelos más recurridos ha sido el que podríamos denominar de las modernidades alternativas o vernáculas. Este modelo enfatiza los procesos de lugarización e indigenización de la modernidad, mostrando cómo incluso la modernidad europea (o la euro-modernidad) es una particular articulación cultural e históricamente situada. Como ha sugerido Trouillot (2002), la idea de modernidad se ha constituido como un universal noratlántico que opera como si fuese un paradigma transhistórico y transcultural, obliterando la particular historicidad y locación de la cual ha brotado. Como uno de los universales noratlánticos, la modernidad encarna determinadas visiones sobre el mundo y establece el ‘estado correcto’ de las cosas: