2. LA MUJER HOMÉRICA
Afrodita
De su vitalidad derivan hoy en día términos como el famoso “afrodisíaco”, aplicado a
elementos que sirven para aumentar el apetito sexual. Era la gran diosa de la fertilidad y el
amor en las civilizaciones babilonia, fenicia y la de varios pueblos asiáticos. En el territorio
heládico se sumó a la tradición que derivaría en la cultura griega y allí se hizo prácticamente
nativa. En estas tierras se habría encontrado con una figura aborigen a la que posiblemente,
según Otto 68 , se le pueda atribuir el hecho de que la Afrodita venerada en los jardines cerca de
Atenas fuera caracterizada como “la más vieja de las Moiras”. El autor afirma que “la idea que
se caracteriza para nosotros con el nombre de Afrodita es de genuino cuño y de espíritu propio
del helenismo prehomérico”. Mientras en la Ilíada se la muestra hija de Zeus y Dione, en la
Teogonía de Hesíodo resulta nacida de los genitales de Urano junto a la espuma del mar en
que cayeron. Su esencia parece conservar parte del mito cósmico mezclado con un espíritu
genuinamente helénico, siendo la diosa del mar y de la vegetación.
Su encanto se extiende sobre el mar y la tierra y hace nacer la travesía y el “encanto de
la naturaleza floreciente”. Ha sido elegida por Alejandro como la más bella de las inmortales y
conocemos que, como causa y consecuencia de este hecho, le dio a aquél el trofeo de la más
hermosa de las mortales, Helena. Sabemos también que éste fue el origen mitológico de la
guerra de Troya.
Su presencia se hace notar de manera inesperada en el momento en que salva a Paris
frente a Menelao, ante quien estaba a punto de sucumbir. La escena que sigue tiene un
profundo interés dramático para muchos estudiosos. En su esencia –por ser redundantes–
afrodisíaca, hace sentir a Helena un profundo ardor frente al hermoso porte de Paris, quien, a
pesar de venir de la guerra, parece más volver de una danza. Sendos personajes yacen en el
lecho en un acto amoroso que contrasta enormemente con la acción bélica de la que él
procede. Parece ser que la influencia de Afrodita logró combatir contra los horrores de una
cruenta y sangrienta guerra. En esta escena podemos observar un vínculo con su carácter de
diosa de la naturaleza floreciente, relacionada con las Cárites, los benéficos espíritus del
crecimiento que tejen su peplo en el canto V 335 y ss.
Tiene también sus favoritos, que son hombres en los que triunfa lo femenino sobre las
cualidades masculinas. La recriminación a Paris que ya hemos señalado por su carácter mujeril
es claro ejemplo de ello. Los hombres de la época heroica veneran la guerra y aborrecen al
hombre que se preocupa más por su belleza y sus placeres. Sin embargo, la guerra continúa su
curso sobre los cimientos de estos placeres, puesto que la causa ha sido el rapto de Helena. Ha
sido el fogoso amor y el encanto de una mujer los que permitieron representar los ideales
bélicos de los hombres de aquellos tiempos e, insistimos, brindarle una faz poética de
extraordinaria altura a la epopeya. El género masculino consideró que estos poderes son
genuinamente femeninos 69 y juzgó a Pandora, quien recibe la gracia y la seducción de Afrodita,
el arquetipo de mujer, por los infinitos males que provocó en la humanidad. Empero, los
vestigios de una estima más alta se pueden hallar excavando entre los restos de estas
interpretaciones de la feminidad.
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Otto, op. cit., p. 75.
C. XXIV, v. 30