2. LA MUJER HOMÉRICA
estas cuestiones, mostrando un carácter propio singular que muchas veces va incluso en
contra del padre.
En efecto, no es menor el accionar de Atenea, si bien en varias oportunidades
pareciera una mera aliada de Hera 45 . Serán varias las ocasiones en que la diosa de “ojos de
búho” se presente en la tierra que pisan los mortales para aconsejar a los héroes o luchar
junto a ellos: aconseja a Odiseo que haga volver a los aqueos a la asamblea y abandonen la
empresa de volver a sus hogares 46 ; incita a Diomedes a herir y retirar de la batalla al mismo
Ares 47 ; apura al mismo héroe para que retorne rápidamente a las naves, antes de que alguna
deidad despierte a los teucros 48 ; enciende un “encarnecido” y “funesto” combate en torno al
cuerpo de Patroclo, exhorta a Menelao tomando la figura de Fénix y el rey expresa su deseo de
que esta misma diosa le “infundiese vigor” y le “librara del ímpetu de los tiros” 49 ; tumba a Ares
y a Afrodita en combate entre los dioses 50 . Y es en uno de estos momentos en que da nuevo
comienzo a la cruenta guerra, persuadiendo a Píndaro Licio para que lance una flecha contra
Menelao, rompiendo así el pacto que se había ejecutado 51 .
La veneración a Atenea procede de tiempos muy antiguos, como denota su nombre
cuya raíz no se puede atribuir, por su forma lingüística, a los griegos 52 . La imagen de la diosa
aparece en múltiples representaciones de distintos pueblos, en los cuales figura generalmente
con un gran escudo que la cubre de cuerpo entero. Su asociación con la guerra es inevitable,
tanto por estas imágenes como por sus actos dentro de la mitología. A simple vista, los pasajes
recién mencionados pueden sugerir esta idea y marcarnos que su esencia es realmente ésta,
pues en la Ilíada siempre la vemos en circunstancias bélicas. Pero no se trata de una diosa
guerrera sin más. Su culto se centra más bien en su sabiduría y su inteligencia. ¿Qué clase de
sabiduría e inteligencia puede suscitar su análisis? La respuesta es clara luego de contemplarla
más de cerca: una inteligencia práctica.
Aquiles la percibe detrás suyo en el momento en que planea desenvainar la espada y
acometer a Agamenón, tras la ofensa que éste le ha ejercido 53 . Ella se hace sentir, aquél se da
vuelta y la reconoce por la particularidad de sus ojos. Los ojos de Atenea desnudan su esencia:
las acciones de combate en las que se ve enmarcada nos la presentan desde su astucia para
desenvolverse no solo de la manera más gallarda, sino de la más prudente. Se diferencia de
otras figuras, principalmente de Ares, por su astucia en el campo de batalla. Ares, el dios más
cruento y sanguinolento de los olímpicos, es repudiado por el mismo Zeus. Atenea no se lanza
al ataque sin pensarlo, sino que distingue la acción más prudente. De este modo es como
refrena el ánimo del rey de los mirmidones para que vuelva a guardar su arma. Los ojos de
búho que la representan son los de un animal que espera prudentemente para actuar de la
mejor manera. Con esta misma intención, la diosa habrá de apurar a Diomedes en la escena
45
C. V, vv. 711 ss.; VIII, vv. 350 ss.
C. II, vv. 170 ss.
47
C. V., vv. 825 ss.
48
C. X, vv. 509 ss.
49
C. XVII, vv. 543-650.
50
C. XXI, vv. 420 ss.
51
C. IV, vv. 90 ss.
52
Walter F. Otto, op. cit., p. 33.
53
C. I, vv. 188-222.
46