1. Contexto homérico
micénicos y han influenciado en varios caracteres de la sociedad homérica en torno a nuestro
tema principal.
Este tópico taurino no solo está emparentado con el arte, sino con la religión, a cuya
versión micénica se la ve descendiente de, o, al menos, emparentada con, la cretense. Esta
suposición subyace de varios símbolos a los que se rendía culto, a saber, el toro ya
mencionado, la doble hacha, el pilar sagrado, la paloma sagrada y el que aquí más nos atañe, la
diosa madre. En este sentido, Durant resume la evolución de esta deidad en tres momentos
básicos: después de la Rea cretense, se avendría la Deméter, o Mater Dolorosa de los griegos;
y, más adelante, Deméter se transformaría en la Virgen Madre de Dios de los cristianos. El
vínculo hereditario entre la Diosa Madre prehistórica y la Deméter griega es una idea
compartida por varios eruditos. Además de esto, un aspecto importante en su religión es la
aparente creencia en una vida ultratumba, pues, en las tumbas en que se enterraba a los
muertos, además del arte que las decoraba, colocaban muchos objetos de uso y de valor.
Micenas alcanzó, en su apogeo, un grado de prosperidad incalculable, llegando su
mercado a todos los poblados del contorno deteniéndose únicamente su avance en Troya. En
este tropiezo con la ciudad homérica, que tendría como consecuencia un gran enfrentamiento,
ven muchos investigadores la causa primordial de la famosa guerra de Troya, desterrando la
creencia de los antiguos de que ha sido Helena la impulsora de la misma.
Se trataba, como queda visto, de una sociedad de pueblos cazadores y piratas que
poco a poco va cediendo lugar a la “civilización” gracias al contacto y a las noticias de otros
pueblos más avanzados en este sentido. Los cultos, el desarrollo de la economía, los temas y
motivos artísticos, revelan la influencia del pueblo cretense, cuyo territorio ha sido, cual queda
probado en el desciframiento en 1953 de unas tablillas escritas en griego, poblado por los
micénicos en la última etapa de Creta. Se verá más adelante la importancia que puede haber
tenido esta civilización en la concepción femenina dentro de la religión del mundo micénico.
1.1.2. Los aqueos
En los tiempos finales del mundo micénico habría tenido lugar un encuentro entre
estos pueblos guerreros y salvajes respecto de los grados de civilización alcanzados por otras
sociedades contemporáneas y los pueblos habitantes de la Grecia Continental. Si hemos de
tomar a Homero como una fuente de información, en él se nos presenta a los aqueos como un
pueblo de lengua griega de la Tesalia meridional; no obstante, habiéndose convertido en el
pueblo más poderoso entre las tribus griegas, el poeta designa con su nombre en incontables
ocasiones a todos los invasores de la guerra de Troya. Algunos historiadores de la época daban
por sentado que se trataba de habitantes autóctonos y que su cultura coincidía con la
micénica. Así fue aceptado durante mucho tiempo por el mundo científico de nuestra era. Más
allá de algunas discrepancias que hay hoy en día con respecto a esta teoría, Durant afirma que
“no existe una línea tajante de separación entre la cultura micénica y esta fase posterior de
ella, la aquea, que hallamos en Homero; ambos modos de vida parecen haberse mezclado y