LA MUJER EN LA GRECIA HOMÉRICA
Hera y Atenea 5 , quienes luego serán reprendidas por aquél 6 . Es así como toda postulación
acerca de la potencia femenina entre las deidades de esta obra son atenuadas por el poderío
de este dios, a quien solo pueden superar las moiras –el destino. Sin embargo, no sería justo
cortar aquí la cuestión, dejando para él la responsabilidad de todo lo ocurrido durante la obra.
La presencia femenina en la Ilíada es tal que, si se efectúa una síntesis de los veinticuatro
cantos que la componen, se podrá ver con claridad que muchos de los vaivenes en la
contienda entre los humanos –y entre los mismos dioses– son provocados por diosas. De
hecho, lejos de convertirse en una razón para excluir la atención hacia las feminidad divina, el
que haya lugar para un enfrentamiento o lucha de voluntades entre un dios omnipotente y
una figura que represente un género apartado en una determinada sociedad da pie para
adentrarse en la aventura de descubrir qué elementos han hecho posible tal acepción de estos
personajes.
Respecto a la segunda cuestión, es posible afirmar que el posicionamiento de las
deidades por uno u otro bando genera, en gran medida, los mencionados vaivenes en la
guerra. Así, el primer ejemplo citado más arriba tiene como consecuencia el asentimiento de
Zeus y el comienzo de las desgracias de los aqueos. Del segundo, varios núcleos narrativos más
adelante, se desprende la posibilidad de Poseidón de continuar con su auxilio a este mismo
grupo, una vez que el omnipotente Cronión ha sido hechizado por el sueño y éste ha corrido a
darle la noticia “al que ciñe y bate la tierra” 7 . Tanto la primera como la segunda cuestión
refuerzan la idea del poder ejercido por las divinidades femeninas, en tanto las diosas son co-
protagonistas en el campo de los sucesos más importantes de la historia narrada.
Teniendo en cuenta lo expuesto, los personajes que cumplen el rol de mujer entre los
dioses olímpicos nos insertan en la problemática que se estudiará en este trabajo: ¿Por qué,
conociendo el papel de las mujeres en el plano real de la época que nos ocupa, a saber, un
papel subordinado en el que el campo de acción se limita al círculo del oikos (hogar), las diosas
del Olimpo presentan características tan alejadas de este arquetipo femenino profundamente
marcado por una sociedad patriarcal? ¿Qué intenciones subyacen de esta representación en el
ámbito de la literatura? ¿Qué motivos impulsan a presentarlas de este modo? ¿Qué elementos
configuran o ayudan a configurar una presencia poderosa de la feminidad entre los dioses?
Parece imposible encontrar respuestas en el mismo espacio-tiempo, lo que nos
impulsa a remontarnos al pasado para intentar hallar entre los precedentes históricos algún
vestigio de lo que podría haber resultado en una configuración del tipo que ahora nos ocupa.
Y, efectivamente, en este pasado remoto al que nos referimos es posible encontrar cierta
huella. Se trata de las sociedades matriarcales, donde la mujer no solo era respetada como
sujeto actante sino, incluso, valorada, en muchos casos, por sobre el hombre. Tanto es así que
se han encontrado obras artesanales que portan la figura de una mujer con prominentes
atributos físicos, en sociedades donde aparentemente se ha rendido un culto a una Diosa
Madre.
5
C. VIII, vv. 350 y ss.
C. VIII, vv. 447 y ss.
7
C. XIV, vv. 355 y ss.
6