¿Le dedicas cierta cantidad de horas por día a la escritura?
No, escribo cuando puedo, cuando no estoy tan cansada, pero si no cuando estoy en casa y tengo dos horas, aunque sea releo o corrijo. No miro televisión hace como diez años, así que aprovecho el tiempo trabajando en la computadora.
La realidad es que no estoy mucho en casa porque ahora estoy con los ensayos de la obra de teatro.
Hablando de la obra de teatro, ¿cómo nace el Síndrome Kafka?
El síndrome Kafka nace porque en el año 2012 me anoté en un taller de teatro con Marcelo Cosentino y ahí conocí a mis compañeros de elenco: Fernando Niño, Val Ruggiero y Max Luppino. Uno de los primeros ejercicios que me mandó a hacer el profesor fue con Fernando. Hicimos la escena del baile de la película Pulp Fiction. Pegamos muy buena onda actuando, y el primer día que vino a ensayar a mi casa, me cuenta una historia en la que él estaba estudiando, no me acuerdo ahora qué, y no había preparado el examen, pero la profesora le tenía simpatía, y entonces él se fue todo arreglado a rendir, y cuando la
docente le dijo que lo veía muy arreglado, él le respondió que sí, porque la iba a invitar a cenar. Como verán la historia de El síndrome Kafka fue verdadera. Pensé que podía ser una gran historia y la escribí en un mes. Empezamos a ensayar esas escenas en el taller. La dinámica era una primera parte de improvisación que la daba Charlie Nieto - que es quien nos dirige hoy en día- y la segunda parte era de preparación de escenas y las dirigía Cosentino. Aprovechamos ese espacio para ensayar la obra, y al año siguiente apareció la oportunidad de ponerla en escena en el teatro Porteño. En principio, teníamos solo dos fechas. Nos pusimos a ensayar el 1de mayo y estrenábamos el 24 de ese mismo mes, así que nos juntamos todos los días durante ese tiempo, de nueve de la noche a dos de la mañana para ensayar. Fue una locura, pero muy divertido.
¿Cómo nace la segunda parte del Síndrome Kafka?
Después de seis temporadas de hacer El síndrome Kafka había gente que volvía con otro grupo de amigos y hubo gente que la vio seis veces y quería saber cómo seguía la historia. Yo no quería saber nada, pero hace dos años volvía de un viaje y comencé a pensar la escena del casamiento de Laura y Guido, los protagonistas, y me empecé a entusiasmar y escribí la segunda parte: Superando el síndrome Kafka. Tardamos en hacerla, pero ahora estamos muy contentos de haber concretado esto.