Instituto Mexicano de Economía del Comportamiento CONTRIBUCIONES CONTRA LA CORRUPCIÓN | Page 13

En el experimento mencionado previamente en la sección “Castigo”, Abbink et al (2002) diseñaron el primer ex- perimento en un laboratorio introduciendo un juego de corrupción interactivo en el que influyen la reciprocidad, la confianza y la reputación. En uno de los tratamientos se refleja la pérdida de bienestar social que la corrupción conlleva mediante la imposición de unos costes al resto de la sociedad cuando el funcionario escogía la opción recíproca. De hecho, la pérdida causada al resto de la sociedad es mayor que la suma de las ganancias individuales de los sujetos envueltos en la transacción; lo que provoca que la opción corrupta (Y) sea socialmente ineficiente. En este experimento, tanto el funcionario como la empresa desconocen el daño infligido sobre el resto. Los au- tores hallaron que las externalidades negativas no ejercían ningún impacto sobre la cantidad media del soborno ni sobre la frecuencia con la que los funcionarios decidían escoger la opción corrupta (Y). Abbink et al (2002) con- cluyen que a los sujetos no parece preocuparles el coste que sus acciones pueden ocasionar sobre terceras partes. Otros hallazgos de interés Esta sección presenta brevemente una muestra de experimentos cuyas conclusiones son más específicas y menos generalizables, pero no por ello menos útiles. Es el caso de la existencia de intermediarios como figuras que facili- tan la transacción corrupta entre los sobornadores y el sobornado, y el efecto del efecto replanteo (framing) sobre el comportamiento de los sujetos cuando se enfrentan a una decisión corrupta similar. La introducción de intermediarios (‘coyotes’) en las transacciones corruptas viene de la publicación de Drugov et al. (2011) ya que los autores consideraron que esto reflejaba una situación del mundo real en el que un inter- mediario pone en contacto a alguien que necesita un servicio saltándose la legalidad con la persona que tiene la capacidad y la voluntad de llevarla a cabo. Esto por un lado reduciría los costes de información, de negociación y el riesgo de ser detectado y castigado, pero también reduciría los costes morales de ser corrupto. Se realizaron tres tratamientos: en el primero no existía la figura del intermediario y los ciudadanos no tenían información sobre el soborno que los oficiales públicos estaban dispuestos a aceptar; en el segundo, se introdujeron los intermediari- os, los cuales comunicaban a los ciudadanos cuál era el soborno mínimo que los funcionarios estaban dispuestos a aceptar. En el tercer tratamiento, no habían intermediarios pero los ciudadanos sí controlaban información sobre las can- tidades que los oficiales públicos aceptarían si se les ofertaba un soborno. Los resultados muestran que como era previsible, la existencia de intermediarios incrementa no solo la proporción de funcionarios corruptos sino la proporción de ciudadanos que deciden ofrecer sobornos. Ya que se reducen los costes morales de las acciones corruptas, los funcionarios tienden a solicitar cantidades inferiores en forma de sobornos, y por tanto los ciudada- nos también las pagan con mayor frecuencia. La mayoría de los experimentos en corrupción presentados en este capítulo utilizan un lenguaje neutral para evitar connotaciones negativas que pudieran sesgar el comportamiento de los sujetos. Ello, sin embargo, reduce el ex- perimento a un mero conjunto de decisiones abstractas ligadas a unos pagos monetarios. Abbink y HennigSchmidt (2006) repitieron el experimento Abbink (2002) presentado en la sección “Castigo” pero contextualizando las in- strucciones a la solicitud por parte de una empresa de unos permisos industriales que implicarían mayores niveles de contaminación. Los autores esperaban que los resultados variaran con la introducción del contexto por sus obvias connotaciones negativas y que los niveles de corrupción observados fueran más bajos. Sin embargo, las diferencias entre los dos experimentos no fueron estadísticamente significativas. Barr y Serra (2009) llegaron a una conclusión paralela en la que la introducción de lenguaje no neutral y contextualizando una situación de cor- rupción no alteraba significativamente la aceptación de sobornos en el experimento.