Antiguamente la piel suave y duradera de los koalas era muy popular, por ello la población se redujo considerablemente. Entre tanto permanecían bajo protección, sin embargo casi 4.000 koalas de los que viven en zonas urbanas mueren a manos del hombre cada año.
Los colonos europeos consideraban a los koalas una rareza del continente australiano, por ello desde 1788 el medio ambiente de Australia fue explotado y diezmada su población. Poco después de su llegada y tras descubrir como los aborígenes cazaban koalas, los europeos mataron a más de cien mil de estos animales. La piel de koala se convirtió en uno de los artículos más solicitados en el mercado mundial.
En 1919 el gobierno de Australia declaró abierta la temporada de caza de koalas (y canguros arborícolas) por un período de seis meses, en el que se sacrificaron más de un millón de koalas. Esta masacre produjo sin embargo protestas públicas, gracias a las que se creó una veda que protegía a los koalas. No obstante, seguían siendo perseguidos ilegalmente durante todo el año.
En 1924 los koalas se habían extinguido en Australia del Sur; la cifra había disminuido drásticamente en Nueva Gales del Sur; y en Victoria (Australia) se había reducido la población de koalas a menos de 500 ejemplares. Por eso el negocio de las pieles se trasladó hacia Queensland.
En agosto de 1927, el gobierno, con la esperanza de captar votos, permitió que la caza de los koalas se reabriera. En tan solo 31 días, murieron aproximadamente 800.000 koalas a manos de cazadores, lo que llevó a un gran levantamiento popular. Por esta época se destruyó el 80 % de sus antiguos hábitats.
A finales de 1930 se creó una disposición que allanaba el camino para proteger a los koalas. De esta manera, el koala fue declarado especie protegida en toda Australia en 1937.