aproximaba a la pista, a baja altura, los noruegos abrieron el fuego y el capitán Wagner pereció. El copiloto tomó los controles y ganó altura.
Hacía treinta minutos que una escuadrilla de cazas alemanes Me-110, al mando del teniente Hansen, volaba sobre el mismo aeropuerto. Tenía la misión de proteger a los transportes de paracaidistas. Acababa de combatir con los cazas noruegos, había perdido dos aviones y le restaban seis, tres de los cuales volaban con un solo motor.( Eran bimotores). La espera se había prolongado demasiado.
Cuando aparecieron los transportes del capitán Wagner, la escuadrilla de cazas Me-110 pensó que se trataba de la " primera oleada " de paracaidistas. Y por tanto, esperó que los paracaidistas saltaran, Pero no saltaba nadie. En realidad era la“ segunda oleada ", que sólo llevaba tropas de infantería. El teniente Hansen, jefe de los cazas se hallaba perplejo. ¿ Por qué no saltaba nadie?... En eso divisó el fallido intento de aterrizaje del avión del capitán Wagner. Los cazas tenían muy poca gasolina y ya se les habían encendido tres luces rojas en el tablero; Al encenderse la cuarta los motores se pararían en unos segundos más. Entonces el teniente Hansen quiso probar suerte; como el avión-transporte de Wagner que había tratado de aterrizar, y ordenó a uno de sus pilotos:
" Teniente Lent, aterrice usted. Nosotros lo haremos a continuación, cubriéndole ".
El avión de Lent echaba humo, de uno de sus dos motores, que había dejado de funcionar. Con el motor izquierdo maniobró y se tiró a aterrizar mientras los otros cinco cazas lo seguían de cerca haciendo fuego sobre los emplazamientos noruegos de ametralladoras. Lent logró bajar, aunque el tren de aterrizaje se le destrozó. Su artillero, el cabo Kubisch, desmontó una ametralladora para. contestar el fuego enemigo, mientras los otros cinco cazas disparaban y aterrizaban a continuación.
Alentados por aquella insólita batalla empezaron a bajar los trimotores Ju-52 con el segundo batallón de infantería. Las ametralladoras de los cinco cazas, ya en las pistas, hacían fuego contra la guarnición enemiga.
Rápidamente la infantería saltaba de los trimotores y se lanzaba sobre las posiciones noruegas, que minutos después empezaron a rendirse. El vuelo rasante de los cazas y su osado aterrizaje habían hecho suponer a los defensores que estaban bajo un ataque de mayores proporciones. A continuación llegaron más transportes, con dos compañías de paracaidistas y con todo el 324o. regimiento de infantería, que marchó sobre Oslo y lo capturó.
Cuando en el Décimo cuerpo Aéreo se recibió por radio un reporte que decía: " El aeródromo de Oslo en nuestro poder. Primera Escuadrilla de la 76a. Escuadra de Caza Pesada ", todos se quedaron sorprendidos. Ya daban por perdida a la escuadrilla y lo menos que podían imaginarse era que estuviera luchando en tierra, como vanguardia de la infantería aerotransportada.( 1)
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