INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 81
preferentemente en el Ejército, que era la principal fuerza alemana, en el Servicio
de Contraespionaje (que teóricamente era el organismo que combatía
infiltraciones), y en diversos sectores religiosos, que eran aprovechados para
encubrir intenciones. Pero se dejó a un lado a la Marina, quizá porque su
influencia era muy reducida.
El hecho se hizo patente desde el primer momento de la guerra, pues la Marina
trazaba audaces planes de acción, y trataba de alentar a Hitler para que los
autorizara, no obstante los grandes peligros que entrañaba enfrentarse con las
flotas combinadas de Inglaterra y Francia, 7 veces más fuertes que la Marina
alemana.
El hundimiento del portaaviones inglés "Courageous", de 22,000 toneladas,
realizado por el capitán Schuart del U-12; las correrías de barcos solitarios por el
Atlántico y el Índico desafiando a grandes escuadras aliadas; el hundimiento del
acorazado ingles "Royal Oak" en su propia base, por el capitán Prien del U-47, y
otras acciones por el estilo realizadas en las primeras semanas de guerra, eran
obra más de la entusiasta preparación y del arrojo que de la fuerza.
La guerra es lucha, como la vida misma, y no es posible pesarlo todo, ni
preverlo todo. Intuición, arrojo, improvisación, son elementos esenciales en
los más difíciles momentos.
Entre los planes que el Almirante Raeder, ie{e de la Marina, sometió a la
consideración de Hitler, figuraba la ocupación de Noruega. Se preveía que
Inglaterra se aprestaba a tomarla como base contra Alemania. El hecho de que
minara las aguas noruegas para interrumpir el abasto de hierro a la industria
alemana, y de que violara la neutralidad de Noruega para abordar un barco
alemán con prisioneros de guerra, convenció a Hitler de que por ahí se perfilaba
una grave amenaza británica. Y aceptó la idea del almirante Raeder.
Ahora bien, la Marina alemana era insuficiente para romper el bloqueo
anglofrancés del Mar del Norte, vencer las baterías costeras noruegas y
desembarcar tropas en número suficiente para enfrentarse a las fuerzas noruegas
y a un inminente desembarco anglofrancés. El éxito tenía que basarse en la
audacia, en la sorpresa y en la alta determinación combativa de reducidas fuerzas
alemanas.
Hitler calculó que el Estado Mayor General pondría el grito en el cielo con une
andanada de objeciones y pidió al general Keitel, jefe del Alto Mando, que formara
una Plana Mayor especial, bajo el control inmediato del propio Hitler, para que
coordinara el plan de la operación. Al Ejército sencillamente se le pidió que alistara
5 divisiones (75,000 hombres) para una misión especial, aun cuando sólo una
parte de estas fuerzas podría entrar en acción.
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