INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 51
Hitler sabía que en el Alto Mando del Ejército había varios generales que ansiaban
derrocarlo. Una de sus primeras actividades como Canciller fue reunir a 400 altos
jefes militares y hablarles de su doctrina. Después celebraba entrevistas
personales con algunos de ellos. En parte persuadió a muchos con sus
argumentos y los hizo partidarios suyos, aunque nada logró con aquellos que
secretamente eran células de infiltración. Por otra parte, aprovechó en su favor el
celo que los oficiales sentían respecto a la enorme fuerza de la SA que estaba
armando Roehm. De un modo o de otro, Hitler logró un cierto apoyo del Ejército, a
pesar de los jefes de éste, que sólo esperaban un momento propicio para
derrocarlo.
Corno Roehm persistía en sus planes, el 30 de junio de 1934 fue detenido y
ejecutado, junto con 71 de los jefes fanáticamente adictos a él. Por cierto que
causó gran sorpresa que entre los conjurados con Roehm se encontrara el Dr.
Erich Klausener, presidente de la Acción Católica de Berlín, quien se suicidó al
verse descubierto. Roehm era enemigo de toda religión y quería suprimir el culto.
El general Schleicher, ex ministro de Defensa y ex Canciller, antiguo protector del
Tratado de Rapallo, se mostraba muy confiado y decía indiscretamente que Hitler
no viviría mucho. Había entrado en tratos con Roehm para derrocar a Hitler. El
general Von Bredow también se hallaba comprometido en este plan. Días después
de la muerte de Roehm, Schleicher y Bredow fueron liquidados por lo Gestapo. Se
dijo que presentaron resistencia cuando iban a ser aprehendidos. El Ejército no
protestó porque Schleicher era visto con suma desconfianza debido a sus planes
de crear en Alemania una milicia al estilo de los soviets.
El general Hammerstein, jefe del Ejército, muy adicto a Schieicher, llamado el
"general rojo" y recalcitrante adversario de Hitler, fue relevado del mando,
aparentemente por haber llegado a la edad límite. El anciano presidente
Hindenburg dio su apoyo moral a iodo lo anterior v felicitó a Hitler.
En esta forma, en poco menos de año y medio desde que subió a la Cancillería,
Hitler sorteaba peligros mortales para su régimen y consolidaba su posición.
Al mismo tiempo los comunistas veían que lo que habían juzgado imposible
estaba haciéndose posible y que no llegaba el caos que poco antes consideraban
inminente. Cada día era más difícil desencadenar lo que ellos mismos llamaban "el
diluvio comunista".
El fracaso rojo repercutió en los gruesos muros del Kremlin.
STALIN FALLABA Y TROTZKY ACERTABA.
El jefe que se equivoca pierde prestigio, más si se trata de un dictador tan
glorificado dentro de la URSS como José Stalin.
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