( iinfiltrado de procomunistas) nada práctico podía hacer para obligarla a que los cumpliera.
Parte de la trampa había cumplido su misión y quedado ya sin efecto. Peno otra fase del Tratado de Rapallo sequía funcionando en Berlín bajo la " Sociedad Germanorrusa Para la Cultura y la Técnica ", patrocinada por el famoso físico Einstein, nacido en Alemania pero no-alemán. También funcionaba una " Representación Comercial soviética ".
Esta representación negociaba con diversas casas alemanas la compra de mercancías o de servicios y parecía que en eso no podía haber nada reprochable y que sólo un fanatismo ideológico, sin base, podía oponerse a un trato exclusivamente comercial, que beneficiaba a ambos contratantes.
La representación soviética ocupaba un edificio en la calle Lindenstrasse, de la capital alemana, que podía ser perfectamente observado por la policía. Sólo que a este edificio se le abrió un acceso secreto hacia una joyería ubicada en otra calle. Y por la joyería salían o entraban agentes de una red de espionaje industrial y técnico que espiaba saqueando secretos a numerosas fábricas alemanas.
Individuos nacidos en Alemania, aunque no alemanes, y otros que sí lo eran, pero que habían sido captados por el comunismo militaban en dicha red. Wilhulm Zeisser, Pieck, Ernst F. Wollweber, Erwin Krame, Erich Mielke, Arthur llmer y otros muchos iniciaron ahí su carrera de infiltrados o traidores, y veinte años después habrían de ocupar altos puestos en el régimen de la media Alemania dominada por el comunismo.
Walther Tygor, Richard Quast, Herman Dünow y algunos más, manejaban la falsificación de pasaportes y sellos para los agentes que necesitaban entrar a Alemania o salir de ella.
El químico Mayer ganó para la " Representación Comercial Soviética” secretos de las plantas alemanas Solvay, de productos químicos.
Kallenbach extraía de la Krupp diseños secretos de máquinas y los entregaba al agente Ruski, que viajaba a Moscú.
Fiodor Volodichev se robaba piezas de micrófonos y teletipos perfeccionados de la Siemens.
El inqeniero Wilhelm Richter se llevaba a Moscú documentos secretos de la fábrica de cemento Polysius.
Seiffert robaba tipos modernos de teléfonos de campaña.
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