INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 269

Hitler resultó con los cabellos chamuscados, con un brazo contusionado y con una lesión en los tímpanos. Un pedazo de viga le golpeó la espalda. Apenas era reconocible al salir de entre los escombros, " todavía con los cabellos humeantes y los pantalones hechos jirones ".
Esa tarde Hitler recibía a Mussolini y le decía: " Yo estaba de pie aquí, junto a esta mesa; la carga ha estallado justo delante de mis pies� Es evidente que no me puede suceder nada; sin duda alguna, mi destino es proseguir mi camino y acabar mi misión ".
NO LOGRARON EL PODER PERO DAÑARON DOS FRENTES.
En el hotel Rápale, de la A. Cléber, en París, donde se hallaba la plana mayor de la Comandancia Militar Alemana en Francia, había una célula de conspiración. Walter Bargatzky, Teuchert, Thiesfelder y Hofacker( primo de Stauffenberg) sabían de los planes para matar a Hitler. El general Stuelpnagel, comandante de las tropas alemanas en Francia, había sido desmoralizado y cultivado hasta el grado de que entró en la conjura.
Cuando el coronel Stauffenberg llegó a Berlín, después de dinamitar la sala de conferencias de Hitler, telefoneó a París para comunicar que el Führer había muerto. Entonces el general Stueipnagel ordenó que los jefes de la Policía alemana y de la SS en París fueran encarcelados. En unas horas más se les iba a fusilar.
El general Stuelpnagel fue a entrevistarse con el mariscal Von Kluge, jefe de los ejércitos alemanes que luchaban en la costa de Francia contra la invasión aliada. A Von Kluge lo había cultivado durante tres años el general Tresckow a fin de que colaborara con los conjurados, y en momentos decía que sí, pero luego se arrepentía. Ese día( 20 de julio) Von Kluge estaba parcialmente inclinado a unirse al golpe de Estado, pero se enteró de que Hitler no había muerto y rechazó las proposiciones. Por eso recibió muy fríamente al general Stuelpnagel. Al enterarse de que éste había aprehendido ya a la policía alemana y a varios jefes de la SS, le dijo alarmado: "; Considérese relevado de su cargo!... " ¡ Vístase de paisano y desaparezca usted!"
Inútilmente Stuelpnagel trató de lograr apoyo de Von Kluge. Regresó desolado a París.
Entretanto, el almirante Krancke, jefe de una unidad de marinos apostados en París, se enteró de le conjura y dio un ultimátum al general Stuelpnagel para que pusiera inmediatamente en libertad e los jefes de la SS y de la Gestapo que éste había hecho aprehender.
Lo mismo que en Berlín, los conjurados se sintieron solos, sin apoyo de la tropa. A las dos de la madrugada del 21 de julio, Stuelpnagel ordenó que fueran liberados
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