INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 268
Un llamado que iba a ser hecho por el general Ludwig Beck al Ejército prometía
construir casas para los soldados y hablaba de "una verdadera comunidad en
nuestro propio pueblo y con los pueblos del mundo".
Y para eso se desencadenaba un sangriento golpe de Estado hallándose el país
en guerra6
Todo eso era la exigua bandera aparente de los encubiertos, que desde que Hitler
había llegado al Poder estaban buscando su derrocamiento, y que no cesaron su
acción en ningún momento, ni en los años de triunfos, cuando un fin victorioso de
la guerra se hallaba cercano. Precisamente ellos luchaban por frustrarlo.
En vista de los sucesos anteriores se formó un Tribunal de Honor del Ejército bajo
la presidencia de los mariscales Von Rundstedt y Keitel y del general Guderian.
Los conspiradores militares fueron degradados y procesados.
A cuatro días del atentado, el general Alfred Jodl, iefe del Estado Mayor del Alto
Mando, dijo en un discurso ante jefes militares: "El 20 de julio fue el día más negro
que conoció la historia alemana, y seguirá siéndolo quizá en todo nuestro futuro6
De vergüenza quisiera uno que se lo tragara la tierra. En efecto, desde 1918 no
existe ya el cuerpo de oficiales que existió hasta entonces y que no había
conocido un solo caso de alta traición y de traición a la Patria.
"Lo único que nos puede consolar es que con esto se ha abierto la última bolsa de
pus. En algún caso ya se podía sospechar dónde se encontraba ésta, pero el
Führer con gran bondad no le dio nunca importancia pues siempre extendió su
mano protectora, como por ejemplo, en el caso del general Fellgiebel, que ya
había llamado antes la atención por sus expresiones. El Führer había hecho como
si ignorara todo esto, y ahora los autores del atentado querían eliminarlo".
Lo que no sabía en ese momento el general Jodl era que no se trataba de oficiales
leales que se hubieran vuelto traidores; que no se trataba de los primeros casos
"de alta traición y de traición a la Patria" que se daban en el Ejército alemán. Se
trataba de enemigos natos, infiltrados en el Ejército desde muchos años antes.
Jamás habían portado el uniforme ni hecho el juramento a la bandera
sinceramente, sino sólo para infiltrarse en altos puestos y servir mejor a su causa.
Era el enemigo bajo diferente aspecto.
Se trataba de una nueva arma. Antigua en su origen, pero moderna en su técnica.
Se trataba del arma más devastadora del siglo veinte, del arma de las tinieblas.
Entretanto, Hitler se había salvado por muy poco margen. Al examinar unos
mapas, el coronel Brandt sintió que en el suelo le estorbaba el portafolio de
Stauffenberg y lo había hecho ligeramente a un lado. Se cree que eso lo alejó un
poco de los pies de Hitler. Durante la explosión murieron el coronel Brandt y el
taquígrafo Berger, y poco después murieron el general Schumndt, ayudante de
Hitler, y el general Korten, jefe del Estado Mayor de la Luftwaffe.
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