INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 265
LA INTUICIÓN DE UN MAYOR Y DE UN TENIENTE.
El general Von Hasse llamó al comandante del batallón “Grossdeutschland”,
Mayor Otto Remer, le dijo que Hitler había sufrido una desgracia, que el ejército se
había hecho cargo de la situación y que el batallón debía salir a cercar la zona de
los ministerios. Que no dejara entrar ni salir a nadie.
El Mayor Remer había sido herido en ocho ocasiones distintas, en el frente. Los
conjurados lo habían interrogado para conocer su forma de pensar y llegaron a la
conclusión de que carecía de opiniones políticas y que se concretaría a obedecer.
Efectivamente, en el momento de la emergencia el Mayor Remer obedeció y puso
el batallón en movimiento, pero a la vez les dijo a los tenientes Hagen y Sieebert
que aquello le parecía extraño. Algo le sonó raro en las palabras del general Von
Hasse. Nada había dicho sobre el sucesor de Hitler. Remer tenía la impresión de
que "había gato encerrado", según sus propias palabras.
El teniente Hagen le dijo al Mayor Remer que minutos antes había visto en la calle
pasar un automóvil en el que iba el mariscal Von Brauchitsch, uniformado.
Brauchitsch hacía mucho que estaba retirado del servicio. El teniente Hagen unía
ese detalle al recelo del Mayor Remer y deducía que podía estar ocurriendo una
rebelión. (En realidad Brauchitsch no figuraba en la conjura y se trataba de otro
general a quien el teniente Hagen confundió con Brauchiisch).
Remer resolvió que el teniente se fuera a hablar con el Dr. Goebbels, Ministro de
Propaganda, o con alguien de la Gestapo, para aclarar la situación.
Mientras el batallón se ponía en movimiento, el Mayor Remer reunió otros indicios
sospechosos, tales como la presencia de un teniente coronel ajeno a la unidad y
un diálogo en voz baja del general Von Hasse, que hablaba de una patrulla
volante para capturar a Goebbels.
A las 6:30 de la tarde ya estaba tendido el cerco en la zona de los ministerios.
Entonces el teniente Hagen fue a decirle al Mayor Remer que acababa de hablar
con el Dr. Goebbels, y que se trataba de una rebelión. El propio Remer corrió a ver
a Goebbels, quien lo comunicó telefónicamente con Hitler.
Las comunicaciones se acababan de reanudar y pocos minutos antes ni Goebbels
ni Hitler sabían que estaba ocurriendo un golpe de Estado en Berlín. "El Führer me
preguntó --dice el Mayor- si yo reconocía su voz, a lo que contesté
afirmativamente. Luego me dijo que no estaba herido, refiriéndose al criminal
atentado de que había sido objeto, y me indicó que debía estar directamente a sus
órdenes hasta que llegara Himmler a quien él había nombrado Jefe del Ejército del
Interior y que yo debería usar de todos los medios para acabar con cualquier
movimiento de rebelión".
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