INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 253
atenciones, a reserva de dejarlos en completa libertad cuatro meses más tarde,
una vez que ya hubieran sido detenidos o alejados los espías de la Gestapo.
Sí la policía alemana hubiera capturado a Roessler en mayo, como estuvo a punto
de hacerlo, podía haber descubierto a los principales infiltrados de Berlín antes de
que empezara la invasión de Francia por los aliados, antes de que se cometiera el
atentado contra Hitler del 20 de julio y antes de que una serie de sabotajes y
cataclismos destrozaran el frente alemán en la URSS y en los Balcanes.
Eso hubiera influido considerablemente en el desarrollo de la guerra. Es
incalculable hasta qué punto la resistencia hubiera sido mayor en el frente de
invasión de Normandía y en el frente antisoviético. Desde luego, se habría ganado
tiempo, quizá el indispensable para que las nuevas armas entraran en acción.
Cuando los espías de la Gestapo localizaron a Roessler a fines de abril, Alemania
estuvo a punto de ganar una gran batalla contra el Movimiento de lnfiltración. Pero
cuando días después la policía secreta suiza puso a salvo a Roessler y a sus
cómplices, Alemania continuó siendo apuñalada por dentro, por manos invisibles
que atacaban desde muy altos puestos.
CUANDO LA INFILTRACIÓN ABRE BRECHAS MENTALES.
El raciocinio, la voluntad, la capacidad crítica, son tesoros íntimos del alma. La
fuerza puede acallarlos, pero no hacerlos desaparecer. Contra ellos sólo puede
operar la infiltración mental, que tiende a desplazar el espontáneo y recto juicio
para sustituirlo sutilmente con el engaño.
Una tenaza, la Infiltración Física, repta y golpea en el ámbito de la materia, en
tanto que la otra tenaza, la Infiltración Mental, invade sagazmente el ámbito del
espíritu.
La materia es dominable por la fuerza, pero el espíritu no, y la única manera
de dominarlo es cambiarle sus normas. Vaciarle sus valores auténticos y
depositarle falsificaciones. Esta el la tarea diabólica de la Infiltración Mental.
Los encubiertos protectores del marxismo dentro de Alemania eran un grupo
relativamente muy reducido. Su número y privilegiada ubicación bastaban para
obtener secretos y hacerlos llegar a Moscú, pero carecían de poder sobre el
pueblo alemán. Por desde hacía años venían tratando de influir a diversos
generales que no eran infiltrados, pero que mediante el engaño podían convertirse
en inconscientes colaboradores de los conjurados.
Fue típico, por ejemplo, cómo el Dr. Goerdeler se valió del Dr. Karl Stroelin para
influir en la esposa del mariscal Rommel y luego en éste. No se pretendía hacer
de Rommel un infiltrado, sino de inducirle una idea falsa que lo hiciera marchar por
un camino equivocado. Como otros varios generales, Rommel era competentísimo
en su especialidad, leal a su Patria, pero si se le sacaba de su ámbito profesional
podía cometer graves errores en el terreno político.
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